El vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, está convencido de que si la banda terrorista ETA "deja las armas definitivamente y de verdad, la sociedad vasca y la española serían generosas para ayudar a la integración social" de personas vinculadas a la organización.
Con 14 años de experiencia como obispo de Bilbao y decenas de funerales de víctimas de ETA en su recuerdo, Blázquez reconoce, en una entrevista con la agencia Efe, que tiene la "convicción" de que la banda terrorista "desaparecerá" y que lo hará "pronto", porque "hay bastantes signos" en este sentido.
Sin embargo, el ahora arzobispo de Valladolid defiende con firmeza que, pese a las noticias que hablan del posible final de la banda terrorista, hay que "continuar con la deslegitimación de todos los motivos" que esgrimen sus integrantes para mantener su actividad porque "la sociedad vasca es la primera víctima de ETA".
Recuerda con orgullo que, cuando dirigía el rumbo del Obispado de Bilbao, esta institución fue "de las primeras que exigió la desaparición de ETA y el desmarque de sus motivos históricos y políticos", que son en realidad "subterfugios y pretextos para la injusticia".
"La justicia debe hacerse", resume Blázquez al hablar del momento en el que la banda terrorista dé el paso de abandonar las armas, aunque seguidamente apunta que "no es lo mismo uno que haya asesinado, que otro que haya informado".
Con el dilema del perdón cristiano de fondo, Blázquez reconoce que la primera palabra que aflora cuando se acerca a una viuda cuya pareja ha muerto a manos de la banda terrorista no es la del perdón, sino "otras", relacionadas con el silencio y el apoyo personal.
No obstante, valora que no haya prendido entre las víctimas del terrorismo el sentimiento de tomarse "la justicia por su mano" y cuenta con emoción que en algún caso recibió una lección al escuchar cómo una madre decía a su hija -que acababa de perder a su marido-: "Si nuestro Señor perdonó, tú tienes que perdonar".
Monseñor Blázquez defiende el papel jugado por la Iglesia Católica como "rompeolas" de esa "deslegitimación" de la actividad terrorista, con el apoyo a grupos como Gesto por la Paz, surgido del entorno eclesiástico.