Con motivo de su visita a España, Profesionales por la Ética ha mantenido un encuentro con Grégor Puppinck, director del Centro Europeo para la Ley y la Justicia (ECLJ). Esta prestigiosa institución representa los intereses de Italia y de otros 21 estados europeos en el llamado caso Lautsi, proceso seguido ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la demanda de una madre contra el Estado italiano por una supuesta vulneración de sus derechos al mantener el crucifijo en el aula de una escuela pública. Este caso se encuentra pendiente de un nuevo pronunciamiento de la Gran Cámara del Tribunal. Puppinck es también experto invitado en las reuniones de la Alianza de Civilizaciones de la ONU.
Además, el ECLJ representa, junto a Profesionales por la Ética y Alliance Defense Fund, a 321 españoles demandantes ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en relación con la objeción a las asignaturas de Educación para la Ciudadanía.
El encuentro con Puppinck se ha centrado en el laicismo, los prejuicios anticristianos y las fobias en Europa. Puppinck ha empezado por afirmar que las manifestaciones anticristianas en Europa son sutiles, pero ofensivas ya que actualmente, existe un alto grado de secularización en nuestro continente. Concretamente,
«se está imponiendo una concepción de la laicidad que excluye de forma generalizada las visiones religiosas del mundo, intentando eliminar la religión de la sociedad. Esta ideología secularista reduce el cristianismo al ámbito personal, sin tener en cuenta que la democracia necesita de la religión para mantener vivos los valores seculares sobre los que se basa. Los valores cristianos, de los que tanto quiere desprenderse Europa, suponen un pilar fundamental para la democracia, pues una democracia sin valores, no es una democracia legítima».
Según Puppinck, para algunos, el pluralismo religioso debe ser afontado con una mayor secularización; sin embargo, la secularización no es la respuesta adecuada para el pluralismo de Europa, ya que no tiene nada que aportar y aun menos que objetar al fundamentalismo religioso. «Es preciso dejar de provocar y de explotar las tensiones interreligiosas con el objetivo de imponer la secularización».
También ha denunciado que determinadas corrientes políticas europeas pretenden utilizar el islam en contra del cristianismo, promoverlo para reducir la influencia cristiana. «Es algo similar a lo que hizo el marxismo con el proletariado. En pocas palabras, me refiero a la explotación de una minoría religiosa con fines políticos que, por otro lado, es contraria a los intereses musulmanes. La clave de una buena convivencia entre religiones descansa en el respeto hacia las otras culturas, no necesariamente hacia las creencias. Europa debería ser consciente de que tiene la oportunidad valiosa de conseguir una cultura fundamentada en los valores de dignidad personal, de verdad y de libertad».
A continuación, Puppinck ha señalado numerosos ejemplos de discriminación anticristiana en Europa. En el ámbito de la educación, por ejemplo, se viola el derecho de los padres a inculcar los valores religiosos a causa de una secularización cada vez más extrema. Así sucede en España con la asignatura Educación para la Ciudadanía. En el Reino Unido, por ejemplo, se arrestó a varios predicadores de la calle sólo por decir que la Biblia considera la homosexualidad como un pecado. Las muestras de hostilidad social son diversas, abarcan desde el vandalismo y la profanación de símbolos e iglesias cristianas, ataques verbales hasta la marginalización social.
«Precisamente», ha asegurado Puppinck, «los medios de comunicación refuerzan, a menudo, ciertos prejuicios sobre los cristianos, mostrándolos como personas irracionales o anticientíficas, poniéndolos en ridículo o caricaturizándolos. Asimismo, los símbolos, las prácticas y las instituciones cristianas son igualmente objeto de burla. Las ofensas también se expanden en el ámbito cultural y político, numerosas obras de teatro y de arte se mofan de los símbolos y prácticas cristianas, incluso hay políticos que se permiten la licencia de bromear con los símbolos cristianos en público».
Para Puppinck, los valores cristianos, de los que tanto quiere desprenderse Europa, suponen un pilar fundamental para la democracia, pues una democracia sin valores, no es una democracia legítima. Los valores de Occidente no pueden separarse de su raíz cristiana; hacer que un país renuncie a su identidad es violencia. hay que luchar con armas legales contra la ideología. Europa no puede afrontar el porvenir renunciando a sus raíces cristianas.
A modo de conclusión, Puppink ha recordado que 21 países europeos han pedido al Tribunal de Estrasburgo que se pronuncie a favor de la presencia de los crucifijos en los espacios públicos. Para él, la demanda de una madre contra el Estado italiano o la introducción de las asignaturas de Educación para la Ciudadanía en España son ensayos de minorías que quieren secularizar la sociedad desde a golpe de sentencia y de leyes. «Son batallas emblemáticas que debemos librar e intentar ganar también en los tribunales, aunque la lucha es de naturaleza espiritual, mucho más profunda», ha asegurado.
En relación con España, Puppinck ha afirmado que «España es un laboratorio en el que el Gobierno está ensayando la secularización. La decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre la presencia de los crucifijos en espacios públicos influirá en la ley de libertad religiosa que se prepara en España».