El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha afirmado este miércoles que no hay "urgencia" ni "necesidad imperiosa" para reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa (LOLR) porque, aunque la vigente "exige una actualización", en España "la libertad religiosa se ejerce sin ningún problema y no hay discriminación alguna por razón religiosa".
Zapatero ha confirmado así que no tiene planes de acometer a corto plazo esta iniciativa, en respuesta a una pregunta planteada en el pleno de control del Congreso por el portavoz de ERC, Joan Ridao.
El portavoz republicano ha cambiado su pregunta al jefe del Ejecutivo, inicialmente relativa a las medidas del Gobierno para "mejorar las relaciones Cataluña-España", para emplazarle a explicar por qué ha "aplazado" esta reforma, en contra de sus propios "compromisos" y los "mandatos" de la Cámara. Ridao comunicó el lunes el cambio a la Mesa del Congreso, que lo ha aceptado formalmente esta mañana.
Según Zapatero, la reforma de la LOLR "es conveniente pero no urgente" y, además, "exige el mayor consenso político y social" porque "regula un derecho fundamental". Por eso, ha señalado que la reforma se acometerá cuando el Gobierno entienda que se puede producir ese consenso, fundamentalmente en la Cámara.
A su juicio, la ley actual, que data de 1980, "ha cumplido bien su función" y, aunque necesita ser actualizada, "objetivamente" el Gobierno cree que no es urgente porque en España no hay problemas de discriminación religiosa y, además, "funciona con normalidad" el principio de aconfesionalidad del Estado.
En su réplica, Ridao ha tachado de "irónico" que Zapatero haya renunciado a su "agenda laicista para no pasar por anticlerical" y deje "a otro Estado, que es el Vaticano", que le marque su política de libertad religiosa, precisamente mientras el Papa, en su reciente visita a España, le ha hecho "casi responsable de un laicismo agresivo, trasnochado, que evoca casi la quema de iglesias de los años 30".
Ridao ha lamentado que el Papa pasase por alto "el nacionalcatolicismo de 40 años bajo palio e incluso los años en que la espada y la cruz iban de la mano", porque eso supone desconocer la "realidad social" española y, además, que la Iglesia hace "nula autocrítica" de sus propias posiciones sobre el matrimonio homosexual, el preservativo, el aborto, e incluso el papel de la mujer.
A su juicio, España es sólo "aparentemente aconfesional" pero que, en realidad, tiene a la Iglesia Católica como "una especie de "mantenida, una ´paparra´ (garrapata en catalán) de lujo" que cuesta cada año 6.000 millones de euros: "Lo que usted se ahorra en pensiones y en el sueldo de los funcionarios", le ha espetado a Zapatero.
De este modo, le ha reprochado que renunciase a exigir la autofinanciación de la Iglesia y que le aumentase un 34% la asignación en el IRPF, --algo "que ni la derecha se atrevió a hacer", ha dicho-- que los símbolos religiosos sigan en la escena pública y que la asignatura de religión, "dogmática y no científica", siga siendo obligatoria.
Para Ridao, Zapatero ni siquiera ha "explorado en ningún caso el consenso" y, por eso, le ha pedido que, "respetando eso sí la legítima influencia que tiene la Iglesia católica, que es la confesión mayoritaria", apueste por una sociedad "libre de dogmas" con "plena neutralidad religiosa". "A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", ha rematado.
Zapatero, en cambio, le ha respondido con ironía afirmando que le costará "mucho" convencer a buena parte de los españoles de que su Gobierno muestra "entrega o devoción a la Iglesia católica" y que lo único que hace es mostrar "respeto" al principio constitucional de aconfesionalidad del Estado.
Es más, ha calificado de "equilibrado, razonable y propio de una España democrática" el artículo 16 de la Constitución, que marca "respeto a la libertad religiosa y cooperación con la Iglesia católica".
"Ahí estamos y ahí seguiremos", ha subrayado el jefe del Ejecutivo, que ha puesto como ejemplo de su política neutralidad sus leyes de "reconocimiento de derechos" desde la "modernidad". Así, ha asegurado que "nunca" hará caso "a las posturas de un lado o de otro" porque no ayudan a "los buenos principios de una democracia "avanzada".