El nuevo obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, ha tomado hoy posesión de su cargo como cabeza de la diócesis bilbaína en una ceremonia oficiada por el Nuncio, monseñor Renzo Fratini, en la Catedral de Santiago.

Durante su homilía, que ha estado centrada en cuestiones pastorales, monseñor Iceta ha apelado a la “unidad” dentro de la Iglesia vasca y ha abogado por “derribar cualquier muro de separación, de odio o violencia” para edificar “juntos” la “paz”.

“Pidamos al Señor que fortalezca la comunión en nuestra Iglesia. Que seamos capaces de vivir en unidad, que es un don del Espíritu, con la riqueza y diversidad de carismas, ministerios y sensibilidades”, ha señalado el prelado vizcaíno, cuya designación este verano como obispo de Bilbao en sucesión de Ricardo Blázquez ha despertado recelos entre el sector del clero más apegado al nacionalismo.

Iceta ha evitado referirse a suntos políticos durante su intervención. Consciente de las “diversas sensibilidades” que integran la diócesis, Iceta se ha reivindicado como “obispo de todos” y ha instado a los miembros de su Iglesia a “derribar todos los muros que nos separan”. En su alocución, en la que ha intercalado castellano y euskera, ha evitado referirse a cuestiones políticas.
“Quiero hacer realidad el propósito de ser servidor de todos. Ayudadme a ser el servidor bueno y fiel del que habla el Evangelio”, ha recalcado tras agradecer especialmente “la compañía y ayuda fraterna” de su antecesor, Ricardo Blázquez, actual arzobispo de Valladolid, quien ha asistido la ceremonia de sucesión. “Cuando vuelves a Vizcaya, sabes que vuelves a tu casa”, le ha dicho.

A la solemne ceremonia de consagración del obispo de Bilbao han acudido una treintena de obispos y arzobispos, representantes de las instituciones como el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna; el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, o la portavoz del Gobierno vaco, Idoia Mendia.

Mario Iceta Gavicagogeascoa (Guernica, 1965), doctorado en Medicina y Teología por la Universidad de Navarra, se convierte en el obispo más joven de España tras haber permanecido quince años en la Diócesis de Córdoba y haber ejercido los dos últimos años como auxiliar de Blázquez en la Diócesis de Bilbao.