El designado obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, ha recibido una carta firmada 604 sacerdotes, laicos y religiosos de la provincia en la que le advierten que «no podrá» contar con su colaboración para «modificar» la idiosincrasia eclesial vizcaína. Le exigen, pues, que garantice la participación y la "continuidad" en la iglesia local. De lo contrario, huelga.
En la misiva, entregada al sucesor de Ricardo Blázquez el martes pasado, los firmantes -del sector de la diócesis que teme un viraje en la línea pastoral-, dicen que «sería una intervención abusiva que no podrá intentarse ni con nuestro apoyo ni con nuestro silencio».
La sucesión episcopal en la diócesis de Bilbao, como en la de San Sebastián, no está ajena a polémicas causadas por algunos feligreses nacional-progresistas. Semanas atrás un grupo de 677 religiosos y laicos enviaron una carta, en la que exigían al nuncio de la Santa Sede en España, monseñor Renzo Fratini, que se les “consultara” en la designación del nuevo prelado. El nuncio les contestó que el Papa designaría obispo a «aquél que realmente necesita» la comunidad diocesana.
Esta vez los firmantes consideran «impropia» la respuesta del representante del Santo Padre, de quien recuerdan que «debería defender los intereses de la Iglesia de Cristo». Incluso, juzgan su respuesta «poco respetuosa con los que nos consideramos miembros adultos y responsables» en la diócesis.
El grupo concreta sus reclamaciones a Iceta en cinco puntos, el primero de ellos que la consulta para el nombramiento de los distintos vicarios se haga "con transparencia y con una doble vuelta".
Una de sus principales demandas se refuere a los consejos pastoral, diocesano y de presbiterio, para los que pide reconocimiento como "expresión legítima de corresponsabilidad", la puesta en marcha "sin dilaciones innecesarias" de sus resoluciones y que su configuración y elección sea "auténticamente representativa".
Demandan "apostar por la continuidad y no por el cambio radical de rumbo, que según algunos análisis ya se ha ido dando" y plantean si no sería el momento de hacer una asamblea diocesana para propiciar una "reflexión en profundidad sobre los pasos dados".
Asimismo, este grupo sostiene que se debe abordar el "déficit de comunión con el obispo y su equipo de gobierno" que ha quedado "patente" en los últimos años.