El pasado 1 de julio Juan Pablo Aroztegi se ordenó sacerdote en la catedral de San Sebastián de manos del obispo Juan Ignacio Munilla. Este joven de 35 años es ya el sacerdote más joven de toda la diócesis, tierra marcada en estos momentos por una necesidad de vocaciones.
El próximo mes de septiembre se hará cargo de la parroquia de Zumaia, tras la muerte en un accidente de Mikel Biain, otro de los sacerdotes más jóvenes de la Diócesis.
"¿Por qué eres cristiano?"
Antes de ingresar en el seminario, Juan Pablo era ingeniero industrial y trabajaba en una empresa en Pamplona. Pero entonces, un amigo suyo agnóstico le hizo unas preguntas: “Tú, ¿por qué eres cristiano? ¿Por qué crees en Jesucristo?”. Estas cuestiones le hicieron replantearse su vida entera como creyente y acabarían llevándole a la vida sacerdotal.
En una entrevista en el Diario Vasco, este nuevo sacerdote cuenta que sigue manteniendo relación con aquel amigo. “Cuando le comuniqué la decisión de entrar en el seminario, me dijo que estaba esperando que la tomara. Tus amigos te conocen y pueden intuir tus decisiones. Es irónico, un amigo agnóstico me hizo cuestionarme mi vida cristiana y mi vocación”.
Juan Pablo cuenta que la mayoría de sus amigos no eran creyentes, pero “las conversaciones que tuve con algunos de ellos para comunicarles mi decisión fue uno de los momentos más bonitos de mi vida. Me sentí libre y me mostré como soy. Hablamos de temas importantes que nunca antes habíamos tratado”.
Sobre la vida sacerdotal, el nuevo sacerdote guipuzcoano asegura que “me gusta estar abierto a las sorpresas de la vida. Quien me iba a decir con 15 o 22 años que iba a acabar siendo sacerdote, ni se me pasaba por la cabeza. Sin duda, las mejores cosas que me han sucedido en la vida han sido inesperadas. En ese sentido estoy expectante por todo lo que me espera en la vida sacerdotal. Sinceramente me espero una vida intensa y apasionante, con momentos buenos y otros de cruz y sufrimiento, como en cualquier otro camino en la vida”.
Formar comunidades cristianas
Sobre qué tipo de sacerdote quiere ser, Juan Pablo confiesa que admira “a los que no buscan tener éxito ni aplausos, sino ayudar a quien lo necesite sin que nadie lo sepa. Me atrae el sacerdote que es humilde en todos los sentidos, el que se ve a sí mismo como a un cristiano más, un discípulo de Jesús que está en camino como cualquier otro. El que es un hombre de Dios, reza por su pueblo y no busca nada más que las cosas de Dios. Y sobre todo me atrae el sacerdote que crea unidad, que sabe estar con los demás”.
En su opinión, “estamos en un momento histórico totalmente distinto del que vivieron nuestros padres y abuelos. Antes la mayoría de la sociedad era cristiana, ahora no. Seremos una minoría, pero creo que estamos llamados a vivir nuestra vida cristiana con normalidad, con autenticidad, sin complejos. Sin imponer nada a nadie, abiertos al mundo, cogiendo todo lo que de bueno tiene nuestra sociedad pero sin dejarnos asimilar por ella. Probablemente uno de los retos de un sacerdote hoy o de cualquier cristiano sea el de formar comunidades cristianas donde se pueda vivir la grandeza de la vida en Cristo”.