II carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,715)

El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.

Salmo 115,1011.1516.1718

Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

Tenía fe, aun cuando dije: 
«¡Qué desgraciado soy!» 
Yo decía en mi apuro: 
«Los hombres son unos mentirosos.» 

Mucho le cuesta al Señor 
la muerte de sus fieles. 
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, 
hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, 
invocando tu nombre, Señor. 
Cumpliré al Señor mis votos 
en presencia de todo el pueblo. 


Evangelio según san Mateo (5,27-32)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.

Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno.

Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.

Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.»