Evangelio según San Lucas 2,114
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria.
Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche.
De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor,
pero el Angel les dijo: "No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:
Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre".
Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
"¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!".
No la debemos dormir la noche santa,
no la debemos dormir.
La Virgen a solas piensa qué hará
cuando al Rey de luz inmensa parirá,
si de su divina esencia temblará,
o qué le podrá decir.
No la debemos dormir la noche santa,
no la debemos dormir. Amén.