Evangelio según san Mateo 8,18-22


En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.

Se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas.»

Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»

Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»

Jesús le replicó: «Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»




Señor Jesús, es cierto que en tu despojo total no tenías donde reclinar la cabeza. Así has muerto sin poder apoyarla.

Pero sabes, Señor, que en nuestro pobre corazón, lleno de dificiencias en el amor, aún queda un lugar para que tú puedas reclinarte.

Tú te hiciste pobre y nosotros lo somos de verdad, por mas que nos apropiemos de lo que recibimos.

Libéranos, Señor, de estar apegados a cosas, personas, lugares, para tener la libertad de seguirte sin condiciones.