Evangelio según san Mateo 5,112



En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.

Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»  




Señor Jesús, que puedas decir de todos nosotros, miembros de tu pueblo, que somos bienaventurados:

porque consideramos que tú eres nuestra riqueza; porque sufrimos con mansedumbre;
porque lloramos sin amargura, esperando de ti el consuelo;
porque todo lo bueno, justo y santo lo encontramos en ti;
porque queremos mirar y ver con tu mirada limpia; porque evitamos todo lo que perturbe la paz, pues si nos falta en nuestro interior algo nos falta de ti;
porque somos el blanco de tus enemigos, que como a ti, nos perseguirán, calimniarán y matarán.

Ayúdanos, Señor, a sufrir por ti, para recibir la recompensa que nos prometes.