Evangelio según san Lucas,  22, 14-20



Cuando llegó la hora, se puso a la mesa y los Apóstoles con él. Y les dijo:

Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que no la volveré a comer hasta que tenga su cumplimiento en el Reino de Dios.

Y tomando el cáliz, dio gracias y dijo:

Tomadlo y distribuidlo entre vosotros; pues os digo que a partir de ahora no beberé del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.

Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:

Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía.

Y del mismo modo el cáliz después de haber cenado, diciendo:

Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.




...Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:

´Te amo, mi Dios, y mi solo deseo
es amarte hasta el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
y prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante si amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo en cada instante,
quiero que mi corazón te lo repita
tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh mi Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir amándote
y sabiendo que te amo´. Amén.