Evangelio según san Mateo 6, 715
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Cuando oreis, no os pongais a repetir palabras y palabras; eso es lo que hacen los paganos imaginando que Dios los va a escuchar porque alargan su oración.
No seais iguales a ellos, pues el Padre sabe de qué tenéis necesidad aun antes de que se le pidáis.
Vosotros orad así:
Padre nuestro, que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Hágase tu voluntad en la tierra
lo mismo que se hace en el cielo.
Danos hoy el pan que necesitamos.
Perdónanos el mal que hacemos,
como también nosotros perdonamos
a quienes nos hacen mal.
No nos dejes caer en tentación,
y líbranos del maligno.
Porque, si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros el Padre celestial. Pero, si no perdonáis a los demás, tampoco el Padre os perdonará los pecados que hayáis cometido.
Señor Jesús, Maestro de oración: te damos gracias por enseñarnos a dirigirnos al Padre con la oración del Padrenuestro.
Día a día repetimos tu oración, que no vemos cumplida en nosotros al máximo. De ahí la necesidad de repetirla sin cansarnos.
Queremos, Jesús, que el Padre sea conocido, amado por todos, aceptando plenamente su volundad en nuestra vida.
Que nos favorezca en todo lo que necesitamos, también a resistir la tentación y a librarnos del enemigo.
Y del mismo modo que tú nos perdonas, Jesús misericordioso, pon en nuestro corazón el deseo de perdonar.