El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
María, Madre de la esperanza, enséñanos a proclamar al Dios vivo; ayúdanos a dar testimonio de Jesús, el único Salvador.
Al suplicarte por (todas las intenciones del Santo Padre y de) la Iglesia extendida en toda la tierra, te pedimos por la Iglesia en Europa para que sea transparencia del Evangelio y así Europa redescubra las raíces cristianas que la fundaron y que la engrandecen.
Vela por todos los cristianos: que prosigan confiados por la vía de la unidad, como fermento para la concordia del Continente.
Vela por las familias, por los niños, los ancianos y los enfermos.
Vela por los jóvenes, esperanza del mañana: que respondan generosamente a la llamada de
Jesús.
Vela también por los responsables de las naciones.
María, Madre nuestra, haz que sigamos y amemos a Jesús. Él vive con nosotros, entre nosotros, en su Iglesia.
Contigo y el Espíritu Santo decimos «Ven, Señor Jesús » (Ap 22,20): Que la esperanza de la gloria infundida por
Él en nuestros corazones dé frutos de santidad y de paz. Virgen Madre de Dios, haz que seamos todos tuyos. Amén.
(San Juan Pablo II)