En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
San Juan Damasceno me recuerda que es preciso, que “nos lleguemos a este Corazón con deseo ardiente, para que su fuego queme nuestros pecados, ilumine nuestros corazones y de tal forma nos haga arder que nos transformemos en Dios”. Oh, Jesús manso y humilde de corazón haz mi corazón similar al tuyo.