Evangelio según san Mateo 6, 19-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban.
Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón.

La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad! »

Jesús amado, como Padre sabio y bueno, sigues dándonos los criterios para caminar con acierto hacia la vida eterna. Por mucho que nos afanemos no tendremos tesoros suficientes para merecer el cielo, que ya nos mereciste tú. Anímanos, Señor, a trabajar mucho más por los tesoros eternos, pues tanto nos esforzamos por los perecederos.

Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío.