Am 5,14-15.23-24
Buscad el bien y no el mal, y viviréis,
y así estará con vosotros
el Señor Dios de los ejércitos,
como deseáis.
Odiad el mal, amad el bien,
defended la justicia en el tribunal.
Quizá se apiade el Señor, Dios de los ejércitos,
de los supervivientes de José.
Detesto y rehúso vuestras fiestas,
-oráculo del Señor-
no quiero oler vuestras ofrendas.
Aunque me ofrezcáis holocaustos y dones,
no me agradarán;
no aceptaré los terneros cebados
que sacrificáis en acción de gracias.
Retirad de mi presencia el estruendo del canto,
no quiero escuchar el son de la cítara;
fluya como el agua el juicio,
la justicia como arroyo perenne.
Sal 49,7.8-9.10-11.12-13.16bc-17
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti,
yo, Dios, tu Dios.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa
ni un cabrito de tus rebaños.
Pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes.
Conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.
Si tuviera hambre, no te lo diría:
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?
Mt 8,28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
-¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando.
Los demonios le rogaron:
-Si nos echas, mándanos a la piara.
Jesús les dijo:
-Id.
Salieron y se metieron en los cerdos.
Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.