Sb 2,23 - 3,9

Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su misma naturaleza.
Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen.
En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento.
La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz.
La gente pensaba que eran castigados pero ellos esperaban seguros la inmortalidad.
Sufrieron un poco; recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí:
los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto.
El día de la cuenta resplandecerán ellos como chispas que prenden por un cañaveral.
Gobernarán naciones, someterán pueblos, y su Señor reinará eternamente.
Los que en él confían conocerán la verdad y los fieles permanecerán con él en el amor, porque sus elegidos encontrarán gracia y misericordia.

Sal 33,2-3.16-17.18-19

Bendigo al Señor en todo momento.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos
pero el Señor se enfrenta con los malhechores
para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.


Lc 17,7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor:

–Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa?»

¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú?»

¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:

«Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»