Con la muerte el pasado viernes de la juez de la Corte Suprema de EEUU, Ruth Bader Ginsburg, se abre otro frente político en la ya por sí convulsionada política estadounidense: las ya cercanas elecciones presidenciales de noviembre, los disturbios provocados por grupos radicales por todo el país y la incidencia del coronavirus.
La magistrada Bader Ginsburg falleció a los 87 años debido a un cáncer, pero seguía activa en el tribunal a pesar de fallar a numerosas sesiones debido a su esperanza de que en noviembre ganara el candidato demócrata y ella fuera sustituida por un juez progresista y no por uno conservador elegido por Trump. Sin embargo, todo apunta a que su sustituta puede ser mujer, pero católica y conservadora: Amy Coney Barrett.
La importancia del Supremo en EEUU
La batalla por la Corte Suprema tiene una importancia capital en la gobernanza del país. El tribunal está formado por nueve jueces con mandato vitalicio. Son propuestos por el presidente de turno y deben pasar el filtro del Senado. De ahí la importancia de estos nombramientos. Un presidente puede llegar a gobernar cuatro u ocho años, pero estos jueces pueden estar décadas y sus decisiones tener una influencia durante mucho más tiempo.
De hecho, la juez Bader ha ocupado este asiento 27 años, siendo la más progresista y abortista de todos los miembros del tribunal.
Composición de la Corte Suprema hasta ahora. La juez Bader aparece en la parte inferior, la segunda por la derecha
Cuestiones como el aborto, la libertad religiosa, el matrimonio o la familia llegan al Supremo, y sus decisiones repercuten en todo el país durante generaciones. Ahora se abre la batalla campal para el nombramiento de su sustituta.
Tanto republicanos como demócratas saben de la importancia de esta decisión. Hasta ahora había 5 jueces nombrados por republicanos y teóricamente conservadores y 4 demócratas. Si Trump logra su objetivo, la Corte Suprema podría tener una mayoría mucho más amplia del sector más provida y profamilia con un 6-3.
Una juez católica y devota como favorita en las quinielas
En todas las quinielas para sustituir a Bader aparece nuevamente el nombre de la magistrada Amy Coney Barrett, católica carismática de 48 años y madre de siete hijos, dos de ellos adoptados.
Su nombre ya sonó en 2018 para la sustitución del juez Kennedy (así se hizo eco ReL en ese momento), pero finalmente no fue más allá. En esta ocasión todo apunta a que sí puede ser la apuesta real de Trump para el cargo, lo que supondría sustituir a Bader por una juez que representa todo lo opuesto a lo que ella defendía desde su trinchera progresista.
Barrett es en estos momentos juez de la Corte de Apelaciones para el Séptimo Distrito y fue profesora de derecho de la Universidad de Notre Dame, donde fue nombrada en dos ocasiones “Profesora Distinguida del Año” en dicho centro. A finales de la década de los 90 fue asistente legal del juez provida de la Corte Suprema de Estados Unidos Antonin Scalia.
El acoso en el Senado por sus convicciones religiosas
Cabe recordar que en 2017 su nombramiento para el cargo de juez de Circuito de la Corte de Apelaciones para el Séptimo Circuito estuvo envuelto en una fuerte polémica en el Senado, donde sufrió un duro acoso en forma de interrogatorio a cargo de senadores demócratas a causa de su arraigada fe católica.
Amy Coney Barret, durante la audiencia en el Senado en la que fue duramente atacada por ser católica practicante.
Esta ofensiva anti-católica y las respuestas de la juez Coney Barret, que ahora tiene 48 años, saltaron a los medios de comunicación de todo el país y también de todo el mundo.
“Eres controvertida porque muchas de nosotras hemos vivido nuestras vidas como mujeres que realmente reconocen el valor de poder tener control sobre nuestro sistema reproductivo”, le dijo la senadora demócrata Dianne Feinstein aludiendo al caso Roe vs Wade que permitió la legalización del aborto en 1973.
Además, en esta sesión también añadió que “muchos de nosotros tenemos esta sensación incómoda de que el dogma y la ley son dos cosas diferentes y pienso que cualquier religión tiene su propio dogma. La ley es totalmente diferente”. “Y pienso que en su caso, profesora, cuando se leen sus discursos la conclusión que uno saca es que el dogma vive fuertemente en usted. Y esto es algo preocupante”, agregó Feinstein. Y esta fue la línea que siguieron sus compañeros demócratas, provocando la queja de los líderes católicos de EEUU.
Lo positivo que se puede sacar de aquel momento en el Senado es que tras aquellos ataques no consiguieron armamento suficiente ni elementos que pudieran echar atrás su nombramiento por lo que en caso de ser propuesta para la Corte Suprema este sería un elemento a favor de Amy Coney Barrett.
Una católica carismática y madre de familia numerosa
Esta juez nació en un ambiente católico carismático y de gran firmeza en la fe. Su padre, el abogado Mike Coney, fue elegido uno de los responsables de la comunidad en 2012. Mike Coney es además diácono permanente en una parroquia católica en Metairie (en las afueras de Nueva Orleans). Fue responsable del grupo local de People of Praise allí durante más de una década.
Amy es una de sus siete hijos. Durante el desastre del Huracán Katrina, y en ocasiones posteriores, tanto la familia Coney como la comunidad se volcaron en ayudar a los afectados. Ella, que creció rodeada de seis hermanos, también tiene siete hijos, dos de ellos adoptados en Haití. Jesse Barrett, su marido, es fiscal federal del departamento de Justicia en Indiana.
Esta juez es madre de familia numerosa, profesional reputada, es telegénica, habla bien, es conservadora en valores, con dos niños haitianos en casa no puede ser acusada de racista... Al final, parece que la verdadera razón por la que muchos se oponen a ella es, simplemente, la que indicaba la web conservadora National Review: "es que ella habla de Dios como si creyera realmente en su existencia".
Para conocer más sobre la juez Barret y su grupo carismático People of Praise pinche aquí.