El Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló este lunes, por inconstitucional, una ley provida del estado de Louisiana. El resultado fue de 5 votos contra 4. El juez John Roberts, nombrado por George Bush hijo, decantó la balanza con su decisivo voto a favor de los demandantes, un pull de abortorios.
Lo llamativo del caso es que el mismo Roberts, en un caso idéntico de 2016 respecto a una ley provida de Texas que también fue anulada, votó provida, esto es, por la constitucionalidad, dándose la circunstancia de que entonces su voto era irrelevante porque la victoria abortista se produjo por 6-3.
Un bandazo tras otro
Es la tercera vez en diez días que Roberts, quien es además el presidente del Tribunal, vota contra lo que esperaban los grupos conservadores, provida y profamilia.
El 15 de junio votó a favor de incluir la "orientación sexual" y la "identidad de género" bajo el paraguas protector de la Ley de Derechos Civiles cuando habla de la no discriminación por razón de "sexo". [Pincha aquí para leer un análisis de esa sentencia y de sus motivaciones.]
Y el 18 de junio votó contra el decreto de Donald Trump que rescindía un programa pro-inmigración ilegal de Barack Obama, el DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), que permite trabajar a los hijos de inmigrantes ilegales. Fue considerada una decisión puramente política, pues prohíbe al presidente actual regular la misma materia y en la misma forma que sí le permite al presidente anterior.
Ahora Roberts decanta al Tribunal Supremo en un caso que, más allá de sus complejidades jurídicas específicas, se consideraba un termómetro para una eventual re-consideración de la sentencia Roe vs Wade que en 1973 legalizó el aborto.
¿Qué doctrina legal aplica Roberts?
La sorpresa, como en los dos casos anteriores, no proviene de una disparidad del voto con el color político del presidente que le nombró. En última instancia, de un juez se espera que dicte en conciencia lo que considere justo, y no que pague favores ni que sus opiniones respondan a obediencias partidistas. La sorpresa proviene de que las decisiones de Roberts están siendo contrarias a la doctrina jurídica que traslucían sus propias sentencias y que le llevaron a ser elegido en detrimento de otros.
Sorpresa multiplicada en esta ocasión porque Roberts ha votado "sí", el voto decisivo proabortista, a lo mismo a lo que en 2016 votó "no", cuando su voto era irrelevante porque la mayoría judicial (antes de la elección por Trump de Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh) era netamente proabortista.
La sentencia
El fondo del asunto en la sentencia June Medical de este 29 de junio era una ley de Louisiana que obligaba a los abortorios a llegar a acuerdos con hospitales cercanos para que un abortero pudiese decretar el ingreso de una madre cuya salud se complica durante el procedimiento. El Tribunal Supremo la ha declarado inconstitucional alegando que supone una dificultad para el derecho constitucional de las madres a abortar, dado que los abortorios que no consigan esos acuerdos tendrían que cerrar.
Según afirma la propia sentencia, la ley de Louisiana "es, casi palabra por palabra, idéntica" a la de Texas, que ya en 2016 rechazó el Tribunal en el caso Hellerstedt. Solo que entonces Roberts votó a favor de la ley de Texas y ahora ha votado contra la ley de Louisiana.
¿Por qué? Según afirmó Steven Schwinn, profesor de Derecho en la Universidad de Illinois en Chicago (antes de la sentencia, pero previendo el comportamiento de Roberts), éste querría así velar por la "integridad" del Tribunal, dado que una "actuación drástica" en el caso de Louisiana que supusiese revertir la sentencia Hellerstedt, "sería ampliamente considerada como un movimiento puramente político".
Es una opinión que refleja a la perfección la mentalidad autodenominada progresista: una decisión contraria a sus intereses es "drástica" y compromete la "integridad" del Tribunal dándole una connotación "política"... ¡como si la sentencia Roe que legalizó el aborto o la sentencia Obergefell que extendió el concepto de matrimonio al contraído entre personas del mismo sexo no hubiesen sido drásticas ni hubiesen carecido de connotaciones políticas!
Los votos particulares dejan en evidencia a Roberts
El caso es que Roberts parece haber aceptado ese argumento. En la sentencia de Louisiana hace un voto particular coincidente con la mayoría explicando que sigue considerando acertado lo que votó en 2016 en el caso de Texas: "Me uní a la minoría y sigo creyendo que el caso se decidió equivocadamente". Pero añade enseguida que no se trata ahora de saber si aquello fue correcto o no, sino si debe ser aceptado o no como precedente. Y él considera que la doctrina legal obliga a ello, porque "la ley de Louisiana impone un obstáculo al acceso al aborto tan severo como el de la ley de Texas", y por tanto debe fallarse igual.
De pie, de izquierda a derecha: Neil Gorsuch (Trump, 52), Sonia Sotomayor (Obama, 66), Elena Kagan (Obama, 60) y Brett Kavanaugh (Trump, 55). Sentados, de izquierda a derecha: Stephen Breyer (Clinton, 81), Clarence Thomas (Bush padre, 71), John Roberts (Bush hijo, 65), Ruth Bader Ginsburg (Clinton, 87) y Samuel Alito (Bush hijo, 70).
No piensan lo mismo los otros cuatro jueces nombrados por presidentes republicanos, como explican en sus votos particulares. Clarence Thomas afirma directamente -en una clara afirmación provida que rechaza Roe vs Wade- que la jurisprudencia sobre el aborto "no encuentra apoyo en la Constitución". En cuanto a Samuel Alito, Neil Gorsuch y Keith Kavanaugh, apuntan asimismo razones de índole técnico, como la insuficiencia de las pruebas aportadas sobre la supuesta severidad de la obligación impuesta a los abortorios, o el hecho mismo de que sean los abortorios, y no las madres -titulares del derecho supuestamente perjudicado-, los demandantes.
Ante las elecciones de noviembre
En cualquier caso, esta nueva decisión de Roberts vuelve a situar como argumento fundamental de campaña, como en 2016, la capacidad del futuro presidente y del Senado (que también se elige en noviembre y ratifica los nombramientos) para modificar las mayorías del Tribunal Supremo. Sobre todo cuando está en perspectiva que lleguen a él casos que obliguen a replantear Roe vs Wade.
Con dos jueces progresistas por encima de los ochenta años (una de ellos, Ruth Bader Ginsburg, con 87 y con mal estado de salud), podrían darse una o dos renovaciones durante el próximo mandato presidencial. Visto que la teórica mayoría conservadora actual es débil y muy sensible a las brutales presiones del establishment mediático, Trump utilizará como argumento de campaña la necesidad de reforzarla. Y Roberts parece empeñado en darle la razón.