Joseph McGilloway entró en los benedictinos en Irlanda en 1994 y fue ordenado sacerdote en 2003. Antes de ser monje trabajó en un bar, en una tienda de ropa y en una licorería, y participaba en la mesa de gobierno del Fine Gael, el partido político tradicionalmente considerado democristiano en Irlanda. Dejó todo eso por la vida monástica.
Irlanda es un país que aprecia la música y a él le encanta cualquier cosa relacionada con la música. Mientras estaba en la abadía de Glendal, en Limerick, lanzó un disco de músicos irlandeses en 2008 que recaudó el equivalente a 30.000 dólares para víctimas de maltrato doméstico. Entre los cantantes participantes estaba la legendaria Moya Brennan, hermana mayor de Enya y vocalista del mítico grupo Clannad.
En Irlanda le gustaba dirigir coros de himnos clásicos polifónicos sin instrumentos, lo que en Irlanda llaman "arpa sagrada", refiriéndose a la voz humana. Es una forma de reunir mucha gente que le gusta cantar.
Joseph McGilloway dirige un coro de himnos en 2012 aún en Irlanda:
Desde 2014, con permiso de las autoridades eclesiásticas, pasó a ser un cura diocesano en la otra punta del mundo, en Alaska. Llegó con 48 años a un país completamente distinto. Le encantó la forma en que viven la fe los católicos de Alaska, su "apertura genuina", "una forma muy positiva de vivir la llamada a ser cristiano".
En su primer destino parroquial empezó a organizar coros de canto gregoriano y a enseñar a los parroquianos partes comunes de la misa que se pueden cantar.
Reclutado de exorcista
Y después el obispo le reclutó de exorcista, como contaba hace unos meses en Alaska Public Media. Con el cargo, se afincó en Sitka, la antigua colonia rusa en Alaska, de unos 8.000 habitantes y varios edificios históricos. Allí es párroco de San Gregorio Nacianceno, la parroquia católica.
"El entonces arzobispo de Anchorage trajo un amigo suyo para hablarnos, un sacerdote que había sido exorcista casi 20 años, y supongo que fue la primera vez que me tomé el tema en serio, lo que decía tenía sentido", explica. Como el obispo vio que estaba interesado, le encargó ese ministerio.
La mayor parte de la tarea, explica, es acompañar con suavidad y gentileza a personas con inquietudes espirituales, y a menudo con problemas de salud. Lo primero es asegurarles que no está locos por sospechar que pueden sufrir de un mal espiritual. Lo segundo es que la gente no vea al demonio por todas partes. Porque sí puede haber una enfermedad física (como un tumor en el cerebro) o mental.
"Necesitamos permiso de la persona para hacer pruebas médicas y de salud mental, porque lo peor que se puede hacer es alimentar una enfermedad mental sugiriendo que también hay un demonio implicado", advierte.
Pero ha visto algunos casos que le han impresionado. Empezando por el primero, que de hecho es explicado en el libro de exorcismos de Vince Lampert, que desde 2001 es el exorcista de Indianápolis. Lampert escribió que sucedió en 2019 en una aldea esquimal a 300 millas de Anchorage con un exorcista novato: era
Joseph McGilloway.
"Mi primer exorcismo fue ayudando a Vince Lampert. Antes me había dado un montón de libros para leer, y todos empiezan igual: el 99,9% de este ministerio es gentil, suave, es oración, es tranquilo... y luego el libro habla del otro 0,1%, que supongo que es lo que interesa a la gente. Y yo fui pensando que sería el 99,9 y fue el 0,1. El padre Vince me dijo: 'si pasan esas cosas, la intención es distraernos de la oración, porque nos fascinará la fuerza, el cambio de voz, el cambio visual, los conocimientos que tiene que no son naturales..."
Parece que hubo de todo eso, aunque él no lo detalla. Pero dice que "es agotador" y que como el exorcista veterano lo sabía, le trajo "un paquete grande familiar de M&Ms", los dulces de colores. "Tras todo ese trabajo, nos sentamos en la mesa a comer M&Ms y un brownie, y esa fue nuestra cena esa noche". El padre Vincent le dijo que a menudo tras un exorcismo va a comprarse un helado.
En su libro Exorcism Lampert habla de su viaje a Alaska y su sesión con un exorcista novato, McGilloway.
Como exorcista novato, Joseph McGilloway fue a Roma a su curso de exorcistas, donde el ambiente era "realmente feliz". La gente le decía:
- Bueno, ¿y de dónde eres?
- Soy de Alaska...
- Vaya, y ¿qué tal en Alaska? ¿Está el demonio activo allí?
- Bueno, ya sabes la expresión, "hasta que se congele el infierno..."
"No hay mucha actividad demoníaca en realidad en Alaska, gracias a Dios, pero sí alguna", detalla McGilloway. Y tiene un mensaje para la gente: el exorcista no hace magia, la liberación depende en gran parte de la voluntad de la persona de alejarse del mal y de servir a Dios. "Si no eres una persona fiel [a Dios] y no tienes interés en llegar a serlo, lo que un exorcista puede hacer por ti es muy limitado".