"¡Cuán inescrutables son sus juicios e insondables sus caminos…!", exclama San Pablo en su carta a los romanos. Y si se trata de caminos que llevan de regreso a la fe, podrían ser tantos como católicos hay en el mundo. Muestra de ello es la recolección que hacía recientemente el principal diario católico de la diócesis de Phoenix, The Catholic Sun, de historias de conversiones de la diócesis o de la vuelta a Roma de fieles que llevaban años o décadas buscando su fe perdida, incluso sin saberlo.
De vuelta a la fe tras tomar conciencia del mal
Uno de esos casos es el de Sabrina Jeffery, actualmente enfermera de cuidados paliativos. Desde pequeña iba a misa cada domingo con sus cinco hermanos, pero durante su juventud comenzó a alejarse de la fe.
No volvió a tener contacto hasta que una amiga fue nombrada responsable coral de su parroquia y ella se apuntó al coro para ayudar. Mientras, su madre católica no dejaba de rezar por que su hija regresase a la fe, pero lo último que quería Sabrina era escucharla.
Sin embargo, esta captó su interés al enviarle un vídeo de YouTube de un psiquiatra que hablaba de cómo muchos de sus pacientes "no encajaban en ninguna descripción de trastorno mental", sino que se encontraba delante de una "posesión".
Sabrina Jeffery retomó la práctica religiosa tras tomas conciencia del "estado de la sociedad".
Ver ese vídeo y tomar conciencia del "estado de la sociedad en su conjunto, de la política o de la corrupción", impulsaron a Jeffery a considerar su regreso a la Iglesia. "Tener ese cambio de perspectiva lo cambió todo", admitió ella. Por ejemplo, al empezar a considerar los mandamientos como algo que "está ahí y que no seguirlos implican consecuencias" o a los sacramentos como "un regalo de Dios". "Él está tratando de decirnos que nos ha dado todo eso para nuestro bien, no porque trate de ser un dictador", comenta.
Hoy, Jeffery acude puntualmente a misa cada domingo, reza devotamente el rosario y ultima los detalles de su boda el próximo mes de noviembre. "Estoy bien. Siento que siempre supe que volvería", menciona.
Por la Medalla de la Milagrosa
El caso de Dina Ortiz tiene algún parecido. Sin practicar la fe ni confesarse desde los 12 años, también fue por un vídeo de YouTube que vio en tiempo de pandemia, sobre apariciones marianas, lo que le llevó a tomar la resolución de peregrinar al santuario de la Medalla Milagrosa. Y no quería ir sin antes confesarse.
Durante el sacramento, el sacerdote le preguntó por qué no se casaba por la Iglesia, sin saber que estaban previamente divorciados. Unas palabras de ánimo del sacerdote bastaron para animar a la pareja a solicitar la nulidad matrimonial previa, lo que finalmente consiguieron. Solo entonces emprendieron juntos la peregrinación y su preparación al matrimonio.
Dina Ortiz, con su marido.
"No puedo decir la bendición que fue casarnos. Fue un sueño para los dos", agrega ella, recibida nuevamente junto a su marido en la Iglesia en primavera de 2022. Hoy, ambos sirven como catequistas.
Un aborto y todo tipo de prácticas New Age: "Todo tenía que cambiar"
Megan Mastro pasó 12 años alejada de la fe. Su vuelta comenzó al darse cuenta de que "no estaba en paz y tenía mucha ansiedad, al punto que afectaba a su día a día", a lo que contribuyó un aborto a los 16 años. Buscando la paz, cayó en todo tipo de prácticas Nueva Era, desde los cristales o el tarot al reiki o los médiums. Viendo que nada le daba lo que necesitaba, comenzó buscar "la paz de verdad" en las principales religiones, quedando atrapada por la Eucaristía y los milagros eucarísticos.
Megan Mastro abandonó la fe y durante años vivió sin encontrar la paz: `Todo tenía que cambiar´.
Cuenta que buena parte de su convencimiento de que "era la verdad" se debió a que "estaba decepcionada con las consecuencias. Me decepcionó que la Iglesia fuese verdadera, porque tendría que dar muerte a la vida que vivía. Me di cuenta de que todo tendría que cambiar. No había otra opción: era o vivir rechazando lo que sabía que era verdad o abrazar la verdad".
Tras 12 años y una confesión, Mastro pasaba a abrazar nuevamente la Iglesia y la práctica religiosa, a la que siguió su padre, tras 32 años lejos de la fe. Hoy, Mastro se dedica a la militancia provida, donde confiesa haber "encontrado consuelo al sufrimiento al poder darle sentido y unirlo a Cristo".
La salvación de un padre
Phillip Rayer creció apegado a la Iglesia católica, que hizo "desaparecer" de su vida en la adolescencia y durante los siguientes 40 años como protestante, aunque sin poder conciliar "muchas cosas". En su búsqueda, conoció el apostolado masculino católico Exodus 90 mientras "luchaba con cosas con las que muchos hombres luchan" y que comenzaban a afectar a su matrimonio. Pasaba el tiempo y veía que el protestantismo no le daba las respuestas que suscitaba Exodus.
Durante su búsqueda también dio con la Cronología bíblica del protestante Keff Cavins, más tarde también converso al catolicismo.
"La primera semana o dos sentí que Dios me decía: 'Sólo sé humilde'. Me abrí a la catequesis de la Iglesia. Literalmente, lo que me abrió la mente fue estudiar a los Padres de la Iglesia", cuenta Rayer, que entonces comenzó a ir a misa diaria. Durante aquellos primeros pasos de vuelta, vio un documental sobre la confesión, The Miracle Box, y pensó: "¡Oh, Dios mío! ¡Esto es lo que me he estado perdiendo!".
Tras obtener la nulidad matrimonial, el sacerdote le invitó a confesarse poco antes de comenzar su confirmación y preparación al matrimonio. Solo quedaba un día para la boda cuando su padre, alejado de la Iglesia durante años, tuvo un accidente y en el lecho de muerte, pudo recibir la confesión. Hoy, dedicado a su parroquia, considera que todas las pruebas por las que pasó para regresar a la Iglesia Católica tenían un propósito: "Era estar allí, mantener mi fe y centrarme en ese momento para mi padre. Todo se trataba de él".