Pero las peculiaridades de su parroquia van mucho más allá. Por ello, padre Gus no es sólo sacerdote y profesor sino que la necesidad le ha hecho ser médico, enfermero y director de una clínica. Y además todo ello ha servido para mostrar a los seminaristas una realidad que no se estudia en los libros.
El proyecto que ha realizado en su parroquia la ha dejado por escrito en un texto que está entre lo pastoral y lo científico y que le ha valido el reconocimiento de la prestigiosa Fundación Templeton, que ha decidido dar un premio económico por su obra titulada Asistencia a las necesidades de atención prenatal de mujeres con ayuda de comunidades médicas y seminarios.
Este sacerdote experimentó un fenómeno trágico en su parroquia y con gran tesón ingenio ha sabido dar una respuesta médica, científica y pastoral.
Todo comenzó por un hecho muy triste que marcó al padre Puleo. “En 2014 bauticé a 264 niños, en su mayoría hispanos, en la iglesia de San Patricio, en Norristown, Pensilvania. De los 267 bautizados enterré a cinco, que murieron por falta de atención médica adecuada para las madres y los bebés”. Este es la realidad de su parroquia.
Una buena parte de la parroquia de San Patricio son inmigrantes llegados de México
Se dijo que “tenía que hacer algo” y recordaba a San Juan Pablo II cuando decía que “cada uno de nosotros es un hijo de Dios con una dignidad inherente”. Y esos niños muertos, esos bebés enfermos y esos padres destrozados y asustados tenían que tener esa dignidad.
Inspirado por el Padre Pío, que fundó el hospital Casa Alivio del Sufrimiento y que tenía claro que era tan importante el alivio del sufrimiento corporal como la orientación espiritual de las almas, el sacerdote de Filadelfia se lanzó a hacer algo parecido.
Así fue cómo surgió una clínica prenatal en plena parroquia. Una iniciativa que no sólo iba a hacer bien a esas madres indocumentadas sino a toda la comunidad parroquial y diocesana, que acabó volcándose en esta obra de miasericordia.
“A pesar de que nunca había estado casado, he aprendido más cosas sobre el embarazo que la mayoría de los padres biológicos, debido al hecho de que estaba resuelto a no enterrar más bebés. La respuesta dada por los médicos y enfermeras ante estas numerosas muertes infantiles fue que la madre no tuvo la atención prenatal adecuada, y por lo tanto, los niños estaban naciendo con graves problemas físicos”, afirma en su escrito el padre Gus.
La deficiencia de ácido fólico era una de las principales causas de las muertes de los bebés de esta parroquia. Y esto se podría haber solucionado con la toma de unas vitaminas durante el embarazo.
La prestigiosa Fundación Templeton ha reconocido la obra del padre Gus.
De este modo, el sacerdote afirmaba “Yo sabía que no podía establecer un hospital como el que el Padre Pío había hecho, pero no dejaba de pensar en sus palabras: ‘en todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces presente”.
Sin embargo, afianzado en su fe se lanzó al vacío y con la ayuda de un profesor y los estudiantes de la Universidad de San José y el personal y los médicos del hospital Misericordia, desarrollaron el plan ´Promotores de la Salud’.
Con él, los feligreses fueron instruidos por profesionales –médicos, enfermeras y profesores- para convertirse en promotores de salud y luego comenzaron a trabajar con la comunidad. “Como resultado –agrega este sacerdote- un programa mensual se ha instituido en la Parroquia de San Patricio para ayudar no sólo a las mujeres embarazadas con atención prenatal y postnatal, sino a cualquier persona con problemas de salud”.
La formación médica era exhaustiva y la selección de estos promotores era esencial para el buen funcionamiento pues debían ser líderes de la comunidad parroquial. “Estos feligreses seleccionados recibieron formación por profesionales de la salud”, agrega el padre Gus, pero “el requisito más importante era una fe fuerte y el amor a Dios y al prójimo”. Y para la selección ayudaron al párroco las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa.
Durante un año fueron formados hasta que finalmente se inauguró. Al final de la misa se informó a los presentes que el sótano de la parroquia tenía preparada la “clínica”. Y así empezaron a atender a mujeres embarazadas que no tenían papeles ni seguro médico.
Los diáconos y seminaristas de la diócesis también tenían un papel aquí pues salud y pastoral quedaba completamente unido. Antes visitaban esta parroquia para aprender español y ahora podrían seguir haciéndolo mientras conocían los sufrimientos de sus hermanos.
La comunidad parroquial y los seminaristas se han enriquecido de esta obra de misericordia
“Este es un excelente entrenamiento para los que se convertirán en sacerdotes, ya que no sólo perfeccionan sus habilidades lingüísticas en español sino que también adquieren una nueva perspectiva sobre la fe fuerte de estos feligreses a pesar de sus muchas dificultades”, agrega.
El resultado ha sido un éxito y numerosas mujeres acuden a la parroquia a recibir ayuda, mientras esta pastoral está uniendo más a los propios feligreses, que siguen involucrándose en una obra que ha llamado la atención de fundaciones y organizaciones, que han querido hacer donaciones al programa.
Ahora, tras afianzar la atención prenatal, el padre Gus Puleo está empeñado en hacer posible una atención postnatal. También se está preparando tanto la atención dental como oftalmológica.
“El programa continua con todos nosotros –yo como pastor, el diácono, los seminaristas, los médicos, los estudiantes universitarios, los promotores- trabajando con energía renovada, con confianza y con confianza en Dios completamente de acuerdo con las palabras del Padre Pío: ‘la fe nos guía a medida que seguimos la luz de Cristo, que nos conduce a Dios y a su tierra natal’. Un lugar donde no hay sufrimiento o muerte y no hay necesidad de papeles”.
Si quiere leer todo el proceso de manera exhaustiva de cómo puso en práctica este proyecto puede hacerlo pinchando AQUÍ (en inglés).