Este miércoles el juez Anthony Kennedy anunciaba su retirada de la Corte Suprema de Estados Unidos, una vez que en el mes de julio cumpla los 82 años. Esta noticia es de gran trascendencia, pues de estos nueve cargos vitalicios de los que se compone el Supremo pende la línea que puede seguir Estados Unidos no durante los próximos años sino durante las próximas décadas.
Cuestiones como el aborto, la libertad religiosa, el matrimonio o la familia llegan al Supremo, y sus decisiones repercuten en todo el país por lo que la composición del tribunal, cuyos miembros lo son de por vida a no ser que renuncien, es una decisión política de primer nivel. Un presidente puede estar en la Casa Blanca cuatro o a lo sumo ocho años. Un magistrado del Supremo puede estar más de 30, como es el caso de Kennedy. De ahí, la importancia de estos nombramientos.
Inclinar la balanza al lado provida y profamilia
Actualmente en el Supremo hay cuatro magistrados conservadores, provida y profamilia. Clarence Thomas (nombrado por George Bush padre), John Roberts y Samuel Alito (George Bush hijo) y Neil Gorsuch, elegido por Donald Trump y sustituto del legendario juez Scalia.
En el lado progresista se encuentran otros cuatro: los magistrados Ruth Bader Ginsburg y Stephen Breyer (Bill Clinton), Sonia Sotomayor y Elena Kagan (Barack Obama).
En medio se sitúa el católico Anthony Kennedy, el juez que se retirará a finales de julio y que fue elegido por Reagan en 1987. Teóricamente conservador, este magistrado fue decisivo con su voto a la hora de legalizar el matrimonio homosexual, y en el pasado tomó decisiones igualmente a favor del aborto. En otros aspectos se alineó con el lado conservador para frenar causas ideológicas de la izquierda radical.
Una oportunidad histórica
Aunque en la teoría ha habido una pequeña ventaja conservadora, lo cierto es que la retirada de Kennedy es una oportunidad histórica para reforzar la Corte Suprema con un juez con convicciones claras con respecto a la vida y la familia. La elección de este juez puede tener repercusiones durante décadas porque inclinaría la balanza claramente a favor de los defensores de estas causas.
Trump afrontará el segundo nombramiento en apenas año y medio de mandato. Pero podría no ser el último. Otros jueces del Supremo son de avanzada edad, como la progresista Ruth Bader, de 85 años, que podría intentar aguantar hasta las próximas elecciones para que su renovación pudiera venir de un presidente demócrata; o del conservador Breyer, que tiene 79 años.
Para muchos votantes estadounidenses la renovación del Supremo era prácticamente igual de importante que la elección del presidente. Así fue como numerosos ciudadanos decidieron votar a Trump pese a no compartir el fondo y las formas de sus discursos, sabiendo que en juego estaban los asientos del Supremo, cuya repercusión en el futuro será mayor que la del actual presidente.
El vicepresidente de Estados Unidos, el provida Mike Pence, ha asegurado ya en Twitter que se nombrará a un conservador que siga la línea del juez Scalia, de la escuela originalista, que defiende que la Constitución debe interpretarse como lo harían los padres fundadores, y no según los tiempos o la opinión pública.
Los grupos provida, encantados
La elección del nuevo magistrado por parte de Trump, que en campaña prometió que serían de un perfil provida y profamilia, deberá ser ratificado por el Senado. Su intención es que sea efectivo en otoño, antes de las elecciones legislativas del 6 de noviembre, que pueden poner en peligro las actuales mayorías de los republicanos en ambas cámaras.
Los líderes provida están muy esperenzados con esta noticia sabiendo de la trascendencia que puede tener en la lucha provida en el futuro.
Prohibir el aborto, una posibilidad más cercana
Además, apuntan alto, muy alto. El objetivo es poder acabar con Roe versus Wade, la decisión que el propio Supremo tomó en 1973 y por la cual se legalizó el aborto, a pesar de que se demostró que se basó en una mentira.
Un juez marcadamente provida inclinaría definitivamente la balanza del Supremo hacia este lado, y en los próximos años se podría intentar revertir lo que hasta hace poco parecía intocable. Si se revocase Roe versus Wade, la legalidad del aborto ya no sería una cuestión nacional sino que se decidiría a nivel estatal. Y muchos estados precisamente están realizando políticas provida, por lo que la prohibición del aborto en buena parte del país podría ser una realidad.
En declaraciones al National Catholic Register, Marjorie Dannefelser, presidenta de la asociación provida Susan B. Anthony List, califica la jubilación de Kennedy y el proceso que se abrirá próximamente como “un momento crucial en la lucha para garantizar que todos los niños por nacer sean bienvenidos y protegidos por la ley”.
Ya suenan los posibles candidatos
Además, recordó que “el compromiso más importante que el presidente Trump ha hecho con el movimiento provida ha sido su promesa de nominar solo jueces provida para la Corte Suprema, un compromiso que cumplió al nominar rápidamente al nominar al juez Neil Gorsuch”.
Kristan Hawkins, presidenta de Students for Life, también recuerda al presidente Trump sus promesas y que “designe a un juez que siga la tradición del juez Antonin Scalia de respetar la ley tal y como está escrita y entiende que la vida es la base de todos los demás derechos”.
Trump publicó en 2017 una lista de 25 posibles candidatos a la Corte Suprema. De ella salió Gorsuch, ya magistrado de la Corte, y podría salir el sustituto de Kennedy. También aparecía el de Amy Coney Barret, exprofesora de la Facultad de Derecho de Notre Dame, y que se hizo conocida por el acoso al que los senadores demócratas la sometieron por su fe católica a la hora de valorar su nombramiento para el 7º Tribunal de Apelaciones del Circuito de EEUU.
Su nombre suena ya como uno de los favoritos.