En ese material destacan varios intercambios de mensajes dirigidos a Podesta o contestados por él que revelan el profundo desprecio que profesan a los católicos los principales miembros del equipo de Hillary Clinton, todos ellos vinculados al lobby progresista Center for American Progress (CAP).
Uno de esos intercambios tuvo lugar el 11 de abril de 2011 bajo el asunto Catolicismo conservador.
John Halpin, consejero del CAP y en 2008 coautor con Podesta del libro El poder del progreso: cómo los progresistas estadounidenses podemos (de nuevo) salvar la economía, el clima y el país, le escribe un mensaje a Podesta y a Jennifer Palmieri, en aquel momento responsable de las campañas de donativos en el CAP y hoy directora de Comunicación de la campaña de Hillary Clinton, tras haberlo sido en la Casa Blanca con Barack Obama.
El motivo del mensaje de Halpin es reírse de que tanto el magnate de la comunicación Rupert Murdoch como el entonces director ejecutivo del Wall Street Journal, Robert Thompson, eduquen a sus hijos como católicos.
"El puto Murdoch bautizó a sus hijos en el Jordán, en el lugar donde Juan Bautista bautizó a Jesús", dice Halpin. Y añade: "Muchos de los más poderosos elementos del movimiento conservador son todos católicos (muchos conversos)... Es una increíble bastardización de la fe. Les debe atraer el pensamiento sistemático y las relaciones de género gravemente retrógradas y no deben tener ni idea de la democracia cristiana".
"Supongo que creen", responde Palmieri, "que es la religión políticamente conservadora socialmente más aceptable. Sus amigos ricos no comprenderían que se hiciesen evangélicos".
"Excelente observación", contesta Halpin: "Van soltando por ahí pensamiento 'tomista' y 'subsidiariedad' y parecen sofisticados porque nadie sabe de qué diablos están hablando".
Otra conversación relevante tiene lugar el 11 de febrero de 2012 entre John Podesta y Sandy Newman, fundadora en 2009 de otro lobby progresista, Voices for Progress, bajo el asunto: ¿Abiertos a una primavera católica? Pensando en voz alta...
Newman le escribe a Podesta quejándose de que "los obispos se opongan a la cobertura anticonceptiva aunque el 98% de las mujeres católicas (y sus cónyuges) usan la anticoncepción". Se refiere a la oposición de la Iglesia a la disposición del gobierno de Barack Obama que obliga a todos los empleadores a pagar a sus empleados seguros médicos que cubran no sólo medidas anticonceptivas, como afirma Newman, sino también abortistas. Y la oposición no es solo de los obispos, porque de hecho a quien llevó a los tribunales Obama fue a las Hermanitas de los Pobres.
El caso es que esa oposición de la Iglesia a la anticoncepción suscita en Newman la siguiente reflexión: "Tiene que haber una Primavera Católica en la que los mismos católicos pidan el final de una dictadura medieval y el principio de una pequeña democracia y respeto por la igualdad de género en la Iglesia católica... Tal vez esta idea revela mi total incomprensión sobre la Iglesia católica y el poder económico que puede ejercer contra religiosas y sacerdotes que cuentan con su manutención, etc. Aunque la idea no es absurda, no me siento capacitada para implicarme y no sé cómo podrían 'plantarse las semillas de la revolución' o quién las plantaría. Sólo le me lo pregunto...".
¿Quién las plantaría? La respuesta la tiene Podesta, en la revelación más importante de estos mensajes porque muestra la determinación con la cual el equipo de Hillary quiere acabar con las posiciones de la Iglesia que le molestan: "Hemos creado Catholics in Alliance for the Common Good para organizar un momento como ese. Pero creo que ahora falta el liderazgo para hacerlo". Era el año 2012.
Portada de la página web de Catholics in Alliance for the Common Good [Católicos en Alianza por el Bien Común], con su campaña Promocionando las políticas de inclusión del Papa Francisco en Estados Unidos.
"Como todos los movimientos primaverales, continúa Podesta, "creo que éste tendrá que ir hacia arriba". Y cita a Kathleen Kennedy Townsend, la hija mayor de Bob Kennedy (asesinado en 1968), como la persona a la que consultar al respecto.
Entre las reacciones que han suscitados estos e-mails figura la del arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput.
Recordando las elecciones de 2008, en las que resultó elegido Barack Obama, lamenta que "los católicos estadounidenses ayudaran a elegir un gobierno que ha sido el más tenazmente hostil, desde hace generaciones, a los creyentes, a la libertad religiosa y a las instituciones y preocupaciones religiosas".
"Pero todo puede empeorar", añade: "Me refiero, por supuesto, a los e-mail despectivamente anticatólicos intercambiados entre miembros del equipo de la campaña presidencial demócrata de Hillary Clinton, difundidos esta semana por WikiLeaks".
Monseñor Chaput concluye su artículo con una doble ironía.
Por un lado, afirma que "los católicos retrógrados que creemos en lo que enseñan las Sagradas Escrituras y la Iglesia estaríamos muy agradecidos" si el equipo de campaña de Hillary repudiase el contenido de esos mensajes.
Y por otro, destaca las opciones ("choice") que tienen los votantes cara a las elecciones presidenciales: "O un patán grosero y vulgar y que no respeta a las mujeres con un serio problema de autocontrol o una intrigante y mentirosa compulsiva con un ansia de poder que le ha durado toda la vida y rodeada de un misterioso equipo de intolerantes anticatólicos. Para ser una nación donde la decisión (choice) es como una religión de Estado no oficial, el menú para la cena es llamativamente pobre".
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