Paul Ryan era en 2012 un político desconocido en Europa, pero bien valorado en Estados Unidos en cuanto presidente del comité de presupuestos de la Cámara de Representantes, desde donde ha defendido el control del gasto y las reducciones de impuestos en una línea muy del gusto del Tea Party.
Había entrado en la cámara como representante por su natal Wisconsin en 1999, así que aunaba juventud (nació en 1970) y una importante experiencia como parlamentario. Fue elegido por Mitt Romney como su aspirante a la vicepresidencia, y aunque el ticket perdió contra el formado por Barack Obama y Joe Biden, Ryan hizo un buen papel en los debates y -lo que no ocurre siempre- no cometió grandes errores y sumó más que restó a su "jefe" de candidatura.
Fuera de su país no se ha hablado mucho de él hasta que fue elegido el pasado 29 de octubre como sustituto de otro católico, John Boehner (el hombre que lloró al ver realizado su sueño de tener a un Papa en el Congreso) como speaker [presidente] de la Cámara de Representantes.
Ryan, el "tercer hombre"
George Weigel, autor de dos biografías de San Juan Pablo II (Testigo de esperanza [1999] y Juan Pablo II. El final y el principio [2010]), acaba de consagrar a Ryan un artículo en Denver Catholic llamado a mantener vivo el debate en torno a este político católico en alza: The Speaker and the social doctrine [El speaker y la doctrina social].
"Después de más de cuarenta años enseñando y escribiendo sobre la doctrina social católica, he conocido a tres hombres que tuvieron la oportunidad de encarnar el magisterio social de la Iglesia para un público nacional. Dos de ellos no pudieron lograrlo, por diferentes razones", explica Weigel. El tercero es, obviamente, Paul Ryan.
Provida y antiestatista
Es ahí donde se abre el debate, porque a Ryan, un político decididamente provida que nada más llegar al cargo se ha puesto manos a la obra para cortar la financiación pública a la multinacional abortista Planned Parenthood, se le acusa de oponerse a políticas asistencialistas (y por supuesto al Obamacare) como forma de practicar la justicia social, lo que supuestamente chocaría con la doctrina social de la Iglesia. Ryan, como el mismo Weigel y, según Weigel, también las encíclicas económicas de San Juan Pablo II, apuestan por el mercado y la subsidiariedad, más que por el Estado y el intervencionismo, como forma de eliminar la pobreza y las injusticias sociales.
En cualquier caso, Weigel no entra en el artículo en esta cuestión, sino que hace un análisis de por qué fracasaron los dos precedentes de Ryan y por qué éste puede triunfar en ese objetivo de que un representante público de primer nivel represente ante la opinión pública la doctrina social de la Iglesia. (Que Ryan vive su fe, aunque no siempre fue así, da cuenta el libro que publicó en 2013 donde explica cómo en 1996 reavivó su fe hablando de religión con un compañero de partido, el senador Sam Brownback, evangélico que acabaría convirtiéndose al catolicismo.)
El cuñado de JFK
El primer político que cita Weigel es Robert Sargent Sarge Shriver (1915-2011), miembro del clan Kennedy en cuanto marido de Eunice, hermana de John (el presidente), Bob y Ted. Fue embajador de Estados Unidos en Francia y candidato a la vicepresidencia en 1972 en el ticket con George McGovern, un radical a quien arrasó el tándem formado por Richard Nixon y Spiro Agnew.
Sargent Shriver, en la Casa Blanca junto a John Fitzgerald Kennedy en 1961 (arriba). Abajo, en el Despacho Oval con Lyndon Johnson, con quien pudo ser vicepresidente en 1964. Quizá entonces el rumbo abortista del Partido Demócrata habría cambiado, opina Weigel.
"Sarge era un hombre maravilloso que me impactó como un hombre de doctrina social católica instintiva. Estaba mucho mejor educado como católico que sus parientes Kennedy. Pero él ´captó´ la doctrina social de la Iglesia no como un ejercicio intelectual, sino a través de su innata decencia y de su aproximación general a la política como una cuestión de ´deberes´ además de como una cuestión de poder", explica Weigel.
Parece que Lyndon Johnson llegó a pensar en él en 1964 como parte del ticket que ganó las elecciones, lo que le habría situado en 1968 como un mejor candidato que Hubert Humphrey (quien perdió frente a Nixon). Según Weigel, podría haber ganado, "y un presidente pro vida a principios de los años 70 habría podido impedir (o al menos dificultar) la catastrófica apuesta del partido [demócrata] por la legalización del aborto. Fue una gran oportunidad perdida".
Por temor al New York Times
Como lo fue, dice, la de Daniel Patrick Moynihan (1927-2003), también demócrata, quien "tenía el talento intelectual para comprender la arquitectura conceptual de la doctrina social desde León XIII hasta Juan Pablo II". Desde su puesto como embajador de Estados Unidos ante la ONU en 1975 y 1976 había "promovido valientemente" la causa "contra la tiranía comunista" que emprendería pocos años después el Papa polaco, así que "las estrellas parecían alineadas para que un campeón de la doctrina social emergiese en la escena nacional".
Moynihan (derecha), embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, junto a Henry Kissinger (derecha).
Pero en 1976 Moynihan, en las primarias demócratas para un puesto de senador por Nueva York, había derrotado por la minima a la abortista Bella Abzug y "le asustaba el New York Times", recuerda Weigel. Un periódico que había celebrado la sentencia Roe vs Wade que legalizó el aborto y era el altavoz de Planned Parenthood. Así que, en su carrera para lograr el escaño, "Pat se achantó": "Parece que al final lo lamentó", añade Weigel, "e intervino para apoyar una prohibición federal del aborto por nacimiento parcial".
Ryan: por sentido del deber
Y ¿qué sucederá ahora con Paul Ryan, la tercera oportunidad? "Como Sargent Shriver", responde George, Paul quiere elevar a los pobres, o mejor, quiere ayudar a desatar la creatividad de los pobres para que ellos puedan elevarse por sí mismos y ser agentes de su propio destino.
Como Pat Moynihan, Ryan comprende las premisas de la doctrina social católica y su interacción con la política, la economía y la cultura; pero, a diferencia de Pat, no tiene miedo de ser un político pro vida, porque sabe que lo que está en juego en el asunto de la vida (además de las vidas de los no nacidos, de los ancianos y de los discapacitados graves) es el carácter de la nación".
Un argumento de campaña de Obama contra Ryan en 2012: "Paul Ryan prohibiría todos los abortos, incluso en casos de violación o incesto".
Weigel considera que Ryan "combina la decencia natural y el compromiso con la familia de Sarge con la habilidad política de Pat", y cree que ha asumido el cargo de speaker "no por ambición, sino por sentido del deber".
"Como una de las figuras clave del panorama nacional que es ahora, Paul Ryan lleva a la tribuna del speaker el compromiso de un hombre de Estado con los principios de la doctrina social católica y un agudo sentido de lo políticamente posible. Diría que son buenas noticias", concluye Weigel.