La variedad de dones que otorga el Espíritu Santo a su Iglesia es inabarcable. Cuando uno cree que ya ha surgido el carisma más original de todos... nace otro nuevo que atiende mejor a esas necesidades de una época muy concreta.
Es lo que ocurre con las Hermanas Franciscanas de la Divina Misericordia, quienes, a través de su granja de animales, ofrecen terapia a niños y mayores con grandes traumas. Una disciplina que combinan siempre con la oración y el acompañamiento espiritual en su rancho de Marshfield, Wisconsin (EE.UU).
Libertad, diversión... y responsabilidad
Sin embargo, esta espiritualidad tan creativa se había ido gestando años antes de que naciera la propia congregación. Cuando la madre María Verónica trabajaba como entrenadora de caballos, instructora de equitación y administradora de establos. Una labor que le ayudaría años después para formar parte de esta comunidad religiosa.
El portal Aleteia se ha hecho eco de la forma de vida de esta nueva realidad. Sor María Verónica comentó que cuando entró en la orden estuvo dispuesta a no volver a trabajar más con animales, pero con el tiempo Dios le hizo ver que los animales podrían ser aliados para llegar al corazón de las personas que más estaban sufriendo.
"A través de esta terapia, las personas aprenden que hay unos límites, que tienen que respetar a los demás, aunque no sean personas. Los animales enfermos se recuperan y los niños experimentan la libertad, la diversión y el juego. Rezamos con ellos la Liturgia de las Horas y descubrimos que todos tenemos necesidades y conflictos", comenta la hermana.
Francisco y Faustina
La joven comunidad religiosa está formada por dos hermanas, ocho laicos con voto de pobreza, castidad y obediencia, y unos 160 miembros de la orden terciaria. A las hermanas les gustaría ampliar la orden para que constara de tres ramas: una monástica-contemplativa, hermanas activas y miembros de la tercera orden.
El camino religioso de la fundadora es bastante peculiar, cuando era estudiante pensó en ser religiosa, pero pensó que no quería dejarlo todo. Cuando tenía unos 25 años, la vocación volvió, esta vez decidió dejarlo todo y hacerse monja. Leyó el diario de Santa Faustina, y entonces supo en su corazón que había encontrado el lugar. Pero su comunidad todavía no existía.
En 2016 recibió permiso de sus superiores y de Roma para intentar fundar la Comunidad de la Divina Misericordia. El obispo dijo que le gustaría implantar una comunidad en Wisconsin. Los escritos de Santa Faustina son fundamentales para esta joven comunidad, así como las enseñanzas de San Francisco de Asís en el cuidado de la creación.
La Congregación Franciscana de la Divina Misericordia trata de equilibrar las relaciones con uno mismo, con los demás y con Dios. Jesús le dijo a Faustina que debía "unirse a Dios lo más estrechamente posible; a través del amor reconciliarás la tierra con el cielo, mitigarás la justa ira de Dios y pedirás misericordia del mundo".