Asegura Platón en "Las Leyes", que hasta los 50 años no es posible llegar a ser sabio (edad “en la que deben levantar los ojos del alma hacia la luz universal, que ilumina todas las cosas, y contemplar el Bien absoluto").

De alguna manera encaja con la experiencia de los diáconos permanentes en Estados Unidos: hay 18.000 en el país, y aunque se pueden ordenar a partir de los 35 años (edad que la Iglesia considera prudencial para dar madurez a esta decisión) lo cierto es que el 95% de estos diáconos tienen 50 años o más: edad de ser sabios.


Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ordena como diáconos permanentes a hombres que pueden estar casados y con hijos, aunque se espera de ellos que si enviuden no vuelvan a casarse (con excepciones en caso de padres viudos con niños pequeños).

Además, si se ordenan estando solteros, la Iglesia no permite ya que se casen. Son ya clérigos, y como pena eclesial pueden ser reducidos al estado laical.

En cualquier caso, las cifras de EEUU, el país con más diáconos permanentes muestran que no es cosa común: el 93 por ciento de los diáconos activos está casado, el 4 por ciento ha enviudado y el 2 por ciento nunca se casó.

En muchas diócesis, a partir de los 70 años se espera que el diácono se retire del ministerio diaconal activo, pero no es algo común en el país.


Las cifras las da el Centro para Investigación Aplicada del Apostolado, en la Universidad de Georgetown, que hizo una encuesta de 193 de las 195 diócesis católicas del país, difundido por la Conferencia Episcopal.

Se observa, también, que un 15% de estos diáconos son latinos: un 78% es "blanco", un 3% son negros y un 3% asiáticos.  

La arquidiócesis de Galveston-Houston (Texas) fue la que dio cuenta del mayor número de diáconos, con 414, seguida por la diócesis de Trenton (Nueva Jersey), con 383; la archidiócesis de Los Angeles (California), con 344, y la Arquidiócesis de Hartford (Connecticut), con 300.


En relación con la población católica en el área, la concentración más alta de diáconos permanentes se registró en Fairbanks (Alaska) con un diácono por cada 482 católicos.


Un diácono es, como el sacerdote, un colaborador del obispo y responde ante él (no ante tal o cual cura). No puede consagrar ni confesar.

Su función es servir en la liturgia (y tiene sus ropajes litúrgicos propios), en el servicio caritativo (muchos colaboran en Cáritas y en diversos ministerios de caridad y solidaridad) y en la proclamación de la Palabra (aunque es verdad que hay diáconos que leen mal y predican peor; otras veces, aunque el diácono podría predicar mejor que el sacerdote local, el párroco tiene a evitar que use el púlpito). 


En Estados Unidos hay cierta costumbre de que el diácono use clergiman en ciertas ocasiones, causando cierta confusión si va acompañado de su esposa o hijos.

En España no suele darse esto, pero en las regiones donde se da el tratamiento de "mosén" a sacerdotes y diáconos (Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón) puede que se hable de "la esposa del mosén" (refiriéndose a la mujer del diácono).

Esto también puede confundir a los visitantes no habituales, por ejemplo, si el mosén diácono celebra bodas o bautizos o funerales (ceremonias que no requieren consagración, reservada al sacerdote) con personas que no suelen estar en la iglesia y desconocen la figura del diaconado.