Posiblemente no era lo que pretendían, pero la portada del 14 de enero de la revista Time es todo un reconocimiento a la labor de los activistas provida en EE UU. «Hace cuarenta años, los activistas por el derecho al aborto ganaron una batalla épica con Roe&Wade. Han estado perdiendo desde entonces», dice literalmente la portada, que puede consultarse aquí. El artículo reconoce que abortar hoy en día en los Estados Unidos es complicado gracias a la lucha de los activistas provida, que han conseguido poner un límite tras otro para intentar defender el derecho a la vida de los no-nacidos: «Conseguir abortar en los Estados Unidos es, en algunos lugares, más difícil hoy en día que en cualquier otro momento desde que se convirtió en un derecho constitucionalmente protegido hace 40 años».
Victoria a victoria, los activistas pro vida van ganando batallas. Por el momento, estados como Dakota del Norte y del Sur, Mississippi y Arkansas tienen ya sólo una clínica abortista, y Texas acaba de dar luz verde para cortar el financiamiento a las clínicas de Planned Parenthood, al igual que hizo el norte del condado de Michigan. Entre 2011 y 2012 ya son más de 135 las leyes que se han promulgado para restringir el acceso al aborto.
«Puede parecer que los últimos triunfos electorales de Barack Obama y los demócratas en el Congreso sentarán las bases para una inversión de esta tendencia», explica la revista mundialmente famosa. De hecho, «la campaña del Presidente movilizó a los votantes demócratas y a las mujeres alrededor del tema de los ´derechos reproductivos´. Pero, dado que el derecho abortal es regulado por una ley federal, es competencia de los Estados decidir quién puede acceder a este servicio y bajo qué circunstancias. Y en el ámbito estatal, los activistas del derecho al aborto están perdiendo de manera inequívoca», admite.
Para la revista Time, la intromisión de la ciencia es otro obstáculo al derecho a abortar: permite escuchar el ladido del corazón de un bebé y ver rápidamente su cuerpo. Además, los prematuros que hoy en día sobreviven en tasas cada vez más altas ponen en tela de juicio hasta qué punto la Ley tiene razón. «En esta era de ultrasonidos prenatales y sofisticada neonatología, una considerable mayoría de los estadounidenses apoya restricciones al aborto tales como períodos de espera y leyes de consentimiento parental», explica la revista.
Sus homólogos pro-choice (pro derecho a decidir), mientras tanto, «han optado por seguir con su mensaje central desde hace mucho tiempo, de que el Gobierno no debería interferir en absoluto con las decisiones de las mujeres que conciernen a su salud, una postura que parece no escuchar la realidad actual», reconoce. «La causa contra el aborto se ha visto favorecida por los avances científicos que han complicado las actitudes estadounidenses sobre el aborto».
De hecho, desde la revista entrevistan a Frances Kissling, activista pro aborto desde hace muchos años, y ex presidenta de Catholics for Choice (Católicos por el Derecho a Decidir), admite que «la posición pro-choice —que en esencia significa que el aborto debe ser legal, un asunto privado entre una mujer y su médico, sin restricción ni regulación más allá de lo estrictamente necesario para proteger la salud de la mujer—hace que el 50% de la población se encuentre extremadamente incómoda y poco dispuesta a asociarse con nosotros».
Más aún, la publicación llega a reconocer, literalmente que, «a medida que se aleja el recuerdo de las mujeres que murieron por abortos ilegales antes de la sentencia Roe&Wade, la causa pro-choice está en crisis».
El artículo de la revista Time no escatima crudas historias de mujeres que necesitan abortar junto con descripciones de médicos abnegados y clínicas abortistas luchadoras en medio de un ambiente hostil. Aún así, reconoce en las conclusiones de su artículo: «La guerra aborto, al igual que muchas otras luchas políticas, se libra en gran parte al margen de la realidad. Si uno revisa las políticas que han avivado el debate nacional, podrá suponer fácilmente que los abortos tardíos y los realizados a menores de edad o mujeres embarazadas por violación o incesto constituyen la mayor parte de los embarazos terminados. Pero en realidad, son una pequeña parte (´meras astillas´) de la historia del aborto en América. Y en general, hay poco desacuerdo público en tales casos: la mayoría de los estadounidenses apoyan el acceso al aborto en casos de violación o incesto o cuando la vida de la madre está en peligro, junto con una serie de restricciones estatales comunes de aborto».
De hecho, una encuesta realizada por Gallup demuestra que el 79% de los estadounidenses pro-choice creen, de todos modos, que el aborto debería ser ilegal en el tercer trimestre de embarazo y el 60% estaría a favor de períodos de reflexión de 24 horas y del consentimiento de los padres para las menores.
Para finalizar, el artículo cede la palabra de nuevo a Kissling, que se opone a las leyes estatales específicas impulsadas por los activistas pro vida, pero dice que los esfuerzos del movimiento pro-choice para «normalizar el aborto» son contraproducentes, y reconoce asombrosamente lo siguiente: «Cuando la gente nos oye decir que el aborto no es más que otro procedimiento médico, reaccionan con sorpresa. El aborto no es como sacarse un diente o el apéndice. Se trata de la terminación de una forma temprana de vida humana. Eso merece un poco de seriedad». Definitivamente, un gran regalo en forma de artículo para la causa pro vida.
El artículo completo puede leerse aquí