Una nueva biografía de Joseph Kennedy (18881969), el padre del clan político más célebre del siglo XX, aporta algunos datos interesantes sobre su concepción de la política y de la religión en relación a ella. Se trata de The Patriarch [El patriarca], que acaba de escribir y publicar David Nasaw.
El libro incluye, por ejemplo, una carta de Joseph Kennedy a su hijo Jack (John Fitzgerald, futuro presidente) en la que le urge a casarse con una chica católica irlandesa para hacer carrera en Massachusetts: "¡La política es un gran juego! Lo mejor que puedes hacer es asegurarte de casarte con una guapa chica católica irlandesa. Estoy absolutamente convencido de que para un católico irlandés con un apellido como el tuyo y casado con una chica católica irlandesa es pan comido conseguir un cargo público en el estado".
La carta se la dirigía a un joven JFK (19171963) que con 25 años estaba sirviendo en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial. Era el año 1942, y el consejo del patriarca Kennedy traía su origen en lo que había pasado en las elecciones de ese año al Senado.
Las había ganado el republicano Henry Cabot Lodge, futuro embajador de Estados Unidos ante la ONU y representante ante la Santa Sede, a raíz del pequeño escándalo del candidato demócrata Joseph Casey, católico de origen irlandés, por su matrimonio. Se había casado con una protestante, y había tenido un niño cinco meses después de la boda. Joseph Kennedy consideraba que su hijo debía evitar "riesgos" como ése y para ello nada mejor que casarse con una mujer procedente de un ámbito que la familia conocía bien.
Al final Jack no siguió el consejo al cien por cien. Jacqueline Bouvier (19291994) era católica, pero sin una gota de sangre irlandesa. Eso sí, en 1953 el futuro presidente arrebató a Cabot Lodge el escaño en el Senado por Massachusetts.
La nueva biografía de Joseph también recoge su irritación con el cardenal Francis Spellman (18891967), su viejo amigo, que había casado a Bob (futuro fiscal general con su hermano, y asesinado en 1968) y al futuro senador Ted, cuando el arzobispo de Nueva York apoyó en 1960 a Richard Nixon y no a JFK, quien a la postre se convertiría en el primer católico presidente de la nación.
El purpurado tenía sus razones. Kennedy, quien quería deshacer cualquier equívoco ante el voto protestante sobre su actuación en la Casa Blanca, se oponía a que Estados Unidos y el Vaticano estableciesen relaciones diplomáticas (no las hubo de hecho en sentido pleno hasta 1984) y además se había opuesto a que las escuelas parroquiales católicas recibiesen fondos federales.
Pero había además una diferencia ideológica más de fondo, que reconoció Jacqueline en su libro de conversaciones con Arthur M. Schlesinger: "Muchos católicos estaban a la derecha de Barry Goldwater [el padre de la revolución conservadora norteamericana, n.n.], y Spellman era uno de ellos".