El informe actualizado del Observatorio de la Hostilidad Religiosa en América fue presentado este lunes por Kelly Shackelford, presidente del Liberty Institute, y Tony Perkins, presidente de Family Research Council (uno de cuyos miembros fue tiroteado la semana pasada por un activista gay). Y revela que "la hostilidad hacia la religión ha crecido hasta niveles sin precedentes en los Estados Unidos".
De hecho, en la última década se han documentado más de seiscientos casos procedentes de las instituciones, desde sentencias judiciales a intervenciones gubernamentales federales o locales.
Este informe empezó a hacerse a raíz de que Schackelford presentase ante el Senado en 2004 una denuncia al respecto que fue calificada por algunos senadores como "casos aislados". Ahora se demuestra que se trata de un "problema muy real", y que "la hostilidad contra la libertad religiosa ha alcanzado su cima histórica", afirmaron Kelly y Tony.
¿Ejemplos? Hace sólo cinco años habría resultado "inimaginable" que el gobierno federal pretendiese "decirle a iglesias y sinagogas a qué pastores o rabinos contratar o despedir". Sin embargo, eso pretendió el Departamento de Justicia en el reciente caso Hosanna-Tabor vs EEOC, que afectaba a una escuela luterana, aunque finalmente el Tribunal Supremo dio la razón a la escuela estableciendo la "excepción del ministerio" en el caso de la discriminación laboral.
Del mismo modo, una ley de Texas exigió a todos los seminarios "una aprobación estatal de su plan de estudios, directivos y profesorado".
También se ha convertido en habitual la supresión de oraciones y referencias a Dios en funerales de veteranos y cementerios nacionales, incluso cuando hay deseo familiar de que los haya, así como la supresión de cruces e inscripciones de los Diez Mandamientos en monumentos y tribunales. "Hace sólo diez años", dijeron Schakelford y Perkins, que en los memoriales de veteranos estuviese la cruz "era ampliamente aceptado como símbolo del sacrificio por su patria realizado por tantos hombres".
Del mismo modo, se está atacando la oración al inicio de las asambleas legislativas estatales, a pesar de que el mismo Congreso se abre con una oración desde la fundación de los Estados Unidos.
La hostilidad desciende también al terreno de la vida diaria: en un asilo público de Balch Springs (Texas) se prohibió bendecir la mesa porque eso "violaba la separación entre la Iglesia y el estado", y en las escuelas públicas es cada vez más difícil que los profesores, padres o alumnos puedan hablar sobre su fe.
En un caso, un juez federal amenazó "con la cárcel" al estudiante que debía leer el discurso de graduación en el instituto si no quitaba del mismo una referencia a Jesucristo. En otro centro escolar, en un ejercicio donde los chicos debían explicar qué significaban para ellos las vacaciones de Semana Santa, a una alumna se le exigió que lo hiciese sin mencionar la palabra "Jesús".
También en Texas, en Greenville, se le dijo a una mujer que no podía ser nombrada consejera de una escuela pública si no sacaba a sus hijos de una escuela privada cristiana.
Del mismo modo, el informe recoge casos en todo el país de prohibición en las escuelas de felicitaciones de Navidad con contenido religioso.