Las asociaciones en defensa de la vida y la familia en Estados Unidos acogieron con comunicados de satisfacción el anuncio de que Paul Ryan, católico y pro vida, es el candidato republicano a la vicepresidencia de EEUU, elegido por el candidato a presidente, el multimillonario mormón Mitt Romney.
Por primera vez en la historia, el Partido Republicano presenta un dúo de candidatos en el que ninguno es protestante. También se da la circunstancia de que ninguno tiene experiencia militar, algo que no se daba desde 1932.
Al presentar a su “número dos” en un gran acto público, Romney afirmó: “Paul, un católico fiel, cree en el valor y la dignidad de cada vida humana”.
Paul Ryan, de 42, saludó a la multitud reunida ante el acorazado “Wisconsin”, acompañado de su mujer y sus tres hijos.
Ryan tendrá que compensar todos los puntos débiles de Romney, que va por debajo de Obama en las encuestas.
Romney no es visto por muchos conservadores sociales como un verdadero pro vida, pero Ryan sí.
Además, la religión mormona de Romney provoca desconfianza en muchos protestantes, pero el éxito de voto protestante conservador de Rick Santorum durante las primarias demostró que los protestantes que votan valores están dispuestos a apoyar a católicos comprometidos con éstos.
Romney es visto por muchos como un rico alejado del pueblo, mientras que Ryan, con su aspecto de tipo normal, con su mujer y los tres niños, aporta calidez y factor humano para compensar al frío millonario.
No es un excelente orador, pero lo hace mejor que Romney y tiene fama de ser un buen negociador. Aunque sus propuestas presupuestarias implican recortes draconianos (incluyendo el despido de unos 200.000 funcionarios, el 10% de la administración), puede que tenga que usar esas habilidades negociadoras si llega al Gobierno, para vender los recortes a la opinión pública, pero también para convencer a los votantes más exigentes en esta línea de que acepten nuevas opciones más realistas (una cosa es prometer recortes y otra aplicarlos).
Por último, Ryan podría conseguir un cambio electoral en su Wisconsin natal, que podría abandonar el apoyo a Obama y apostar por los republicanos.
Al elegir a Ryan, sin embargo, Romney deja debilitado el flanco que ofrece a las minorías: a los negros, a los hispanos y a las mujeres. Todos ellos prefieren a Obama (¡o a Michelle, que según las encuestas gana en popularidad a su marido!) y aunque están muy decepcionados con él no parece que Ryan vaya a seducirles.
El Partido Republicano deja así “para otra ocasión” a dos jóvenes figuras católicas y pro vida que sonaban para la vicepresidencia: Bobby Jindal, gobernador de Louisiana, inmigrante de familia hindú, que se convirtió al catolicismo en la universidad; y Marco Rubio, de familia cubana, con un complejo itinerario religioso: pasó por el mormonismo y el protestantismo pero siempre ha vuelto a su catolicismo original.
Ryan tiene además una tarjeta amarilla de la Conferencia Episcopal estadounidense. Los obispos critican sus presupuestos (aprobados en 2011 en la Cámara de Representantes) por sus recortes radicales en Medicaid (las ayudas públicas sanitarias a personas sin recursos) y en Medicare (la ayuda médica pública para jubilados).
Una nota de los obispos pide “al Congreso y la administración proteger la ayuda esencial para las familias pobres y los niños vulnerables y poner a los pobres los primeros en las prioridades del presupuesto”.
Pero Ryan asegura que él acepta la Doctrina Social de la Iglesia y que la aplica “según mi entendimiento de los problemas que afrontamos hoy”.
Por otra parte, la Iglesia no tiene demasiado donde elegir, enfrascada en una guerra abierta con Obama debido a su imposición de cobertura social que obliga a los empleadores, incluyendo hospitales, escuelas y entidades religiosas, a pagar los abortos, esterilizaciones y contracepción de sus empleados.
La Iglesia católica, flanqueada por numerosas asociaciones y plataformas evangélicas, pentecostales, ortodoxas y judías, han visto la propuesta llamada “Obamacare” como una persecución religiosa y contra la libertad de conciencia y se han movilizado como nunca antes.
Obama tiene un coro de pseudo-católicos, como la responsable de salud Kathleen Sebelius y su vicepresidente, Joe Biden, cantando las maravillas del aborto y la contracepción, ahora con cobertura obligatoria de los empresarios.
Ryan es un pro vida convencido, y la comparación con una Sebelius o un Biden es elocuente. Los sectores pro vida, pro familia y pro libertad religiosa no tienen más posibilidades. Y los obispos tendrán quizá más posibilidad de suavizar los recortes de Ryan, al menos en lo que afecta a los más pobres, su cultivan su amistad.
Hace ya muchos años que el Partido Demócrata desprecia a los pro vida y pro familia y se embarcó en una deriva radical que tiende a desanimar al voto católico “de centro”, el que tenía una visión económica de centro-izquierda pero unos valores firmes en defensa de la vida y la familia.