La base electoral norteamericana, sobre todo en el ámbito republicano, es cada vez más rigurosa en exigir a sus políticos compromisos claros a favor de la familia y de la vida. Y todavía más al exigirles que no hagan políticas en contra.
James Alesi, senador en el Senado del estado de Nueva York, fue uno de los cuatro republicanos que el año pasado votaron en esa cámara a favor del matrimonio homosexual, inclinando una votación por 33-29 que de otro modo habrían ganado.
Ahora llega el momento de presentarse a la reelección, y ni lo va a intentar: "He conseguido muchos apoyos de los demócratas y de la comunidad gay, pero lamentablemente ellos no votan en unas primarias republicanas", afirmó el miércoles al anunciar su renuncia, justo el mismo día en que Barack Obama convulsionaba la política norteamericana al mostrarse también partidario del matrimonio homosexual, contra lo que dijo en la campaña electoral de 2008.
Alesi es el último ejemplo de que las medias tintas en estas cuestiones comienzan a pagarse caro en el ámbito del Partido Republicano, y de hecho ha sido durante las primarias republicanas, y será cuando se enfrente a Obama, uno de los grandes hándicaps de Mitt Romney. El virtual aspirante del GOP (Great Old Party) a la Casa Blanca afirmó, en respuesta a Obama, que el matrimonio sólo lo es entre un hombre y una mujer, pero se declaró partidario de la adopción por parejas gay, lo cual ha vuelto a enajenarle el posible voto de las bases del conservadurismo moral, mayoritario en buena parte del país.