Los grupos pro-vida mantienen un marcaje muy severo sobre los candidatos a la nominación republicana para las elecciones presidenciales norteamericanas del año próximo. Mostrarse opuesto al aborto se ha convertido en una exigencia electoral, que en cierto modo obliga también a los demócratas, que tienen al menos que matizar su discurso en general favorable a la cultura de la muerte.
El candidato que lidera actualmente las encuestas del GOP (Great Old Party), Newt Gingrich, cometió un desliz el viernes durante una entrevista en ABC News, y se ha visto forzado a rectificarlo y a ratificar su compromiso pro-vida.
En esa cadena de televisión, Gingrich afirmó que "cuando una mujer tiene en su cuerpo un óvulo fertilizado e implantado con éxito, estamos hablando de vida humana". En el curso de la conversación, se mostró contrario a la utilización de embriones para la investigación.
La referencia de Gingrich (convertido al catolicismo en 2008 durante la visita de Benedicto XVI a Estados Unidos y bautizado al año siguiente) a la "implantación" era tan ambigua que la presión de los grupos antiabortistas le ha forzado a aclarar su posición.
"Creo que la vida humana comienza en la concepción: toda vida humana es preciosa, sea cual sea la forma en que ha sido concebida", afirmó en un comunicado posterior, en el que ratificó su decisión de proteger "toda vida humana no nacida".
Y detalló alguna de las medidas que impulsará si llega a la Casa Blanca: negará fondos federales a proyectos de investigación que envuelvan la destrucción de embriones (política que puso en marcha George W. Bush y anuló Barack Obama nada más llegar al poder), apoyará que la legislación federal defina el concepto de "personalidad" desde el momento de la concepción, evitará que el dinero de los impuestos pueda destinarse a financiar abortos y quitará las subvenciones a Planned Parenthood para destinarlas a alternativas "como la adopción y otras políticas pro-familia".
Gingrich fue presidente de la Cámara de Representantes tras lograr en 1994 un histórico triunfo republicano que les dio la mayoría en esa cámara por primera vez en cuarenta años. De ahí proviene su enorme popularidad. Durante los veinte años que ha sido congresista, registra uno de los niveles más altos de actividad pro-vida en el Congreso, establecido en un 98,6% en los rankings de los grupos antiabortistas. De ahí la sorpresa con que fue recibida en sus labios la palabra "implantación".