El Vaticano no escucha el coro de críticas dirigidas a la Casa Blanca de parte de varios sectores de la comunidad internacional por haber eliminado al jefe de Al Qaeda. «El océano podría diluir el recuerdo de Bin Laden, el mito del incapturable se vino abajo», subraya “Civiltà cattolica”.
La revista de la Compañía de Jesús, cuyas pruebas reciben el visto bueno de la Secretaría de Estado del Vaticano, se expresa sobre la muerte del líder de Al Qaeda y, sorpresivamente, no se escandaliza demasiado por el fin que tuvo el más buscado del planeta, el símbolo del terror, el hombre que encarnó el Mal y que atacó directamente al corazón de los Estados Unidos de América hace diez años (el 11 de septiembre).
Bin Laden murió el 2 de mayo durante una misión de las fuerzas especiales de los Estados Unidos cerca de Islamabad. Ningún reproche hacia Obama ni hacia la operación planeada y llevada a cabo por un comando con el objetivo de «terminar» al líder de Al Qaeda. Es más, explica “Civiltà cattolica”, los riesgos de un proceso eran muchos y las implicaciones geopolíticas demasiado fuertes.
La revista de los jesuitas evalúa con prudencia y “realpolitik” la muerte de Bin Laden y no emite ninguna condena por la decisión que tomó la administración de Obama. La sepultura de Bin Laden, recuerda la revista, no «sigue las usos de ningún musulmán», pero «es fácil imaginar que ningún país quisiera acoger sus restos. Se evitó de esta manera la posibilidad de crear un lugar de peregrinaje».
La manera en la que murió el jefe de Al Qaeda ha provocado un debate «sobre la legalidad de la operación» “kill or capture”. No haber difundido fotos o videos, sin embargo, pareció «funcional para no favorecer la propaganda de los extremistas».
Tras haber revelado que, según la Casa Blanca, la operación estaba motivada por una orden directa del presidente, se observa que: «de todas formas, Bin Laden era peligroso. Y había que detenerlo. Presumir su inocencia era legítimo jurídicamente, pero no razonable».
La revista “Civiltá Cattolica” afirma que «la verdad procesual» sobre los actos de terrorismo de Bin Laden «podrá ser aceptada incluso por otras vías», en particular, procesando a los detenidos de Guantánamo.
Sin embargo, las preguntas más importantes que se hacen los jesuitas de la revista son otras: «¿Quién puede retener razonablemente que Bin Laden era inocente? ¿Y que el veredicto de un proceso regular no hubiera sido la pena máxima? Además, un proceso largo podía proporcionar al imputado una oportunidad propagandística con revelaciones desagradables incluso para los aleados de los Estados Unidos».
Claro, se trata de un razonamiento, pero si Bin Laden hubiera sido procesado regularmente y sin torturas, no hubiéramos asistido al enésimo “himno a la muerte”, por cuanto lícito y legítimo fuera. Pero, al mismo tiempo, «un prisionero como Bin Laden habría motivado a sus secuaces a capturar rehenes para obtener la liberación de su héroe».
A pocas horas del “blitz” estadounidense en Pakistán, el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, había dicho que «el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, deberá responder a Dios por haber matado tantas personas y por haberse aprovechado de la religión para difundir el odio», añadiendo que «de frente a la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca, se empeña para que cada evento no sea una ocasión que aumente el odio, sino la paz».
Pero, «hay que recordar las graves responsabilidades de cada quién ante Dios y ante los hombres: Osama Bin Laden tuvo la enorme responsabilidad de difundir la división y el odio entre los pueblos, causando la muerte de muchas personas, y de usar la religión para sus propósitos».
En AsiaNews, la agencia de prensa del Pontificio instituto de las misiones extranjeras (PIME), incluso el arzobispo emérito de Lahore, el pakistaní Lawrence John Saldanha, reconoce que «está bien que una amenaza seria y real para la paz en la religión y en el mundo haya sido eliminada», y que la muerte del enemigo público número «incluso si no representa el final de Al Qaeda, es de todas maneras un mensaje con alto valor simbólico». Mons. Saldanha espera que la muerte del “sheik del terror” pueda, «si todo va bien, traer paz y estabilidad».
En las jerarquías eclesiásticas hay quien piensa diferente. «He rezado por el alma de Osama Bin Laden. Hay que rezar por él así como por todas las víctimas del 11 se septiembre. Jesús enseñó esto a los cristianos», precisa el cardenal francés Albert Vanhoye citando las enseñanzas exegéticas. «Jesús insiste mucho sobre el perdón. Pide que todos perdonen las ofensas recibidas puesto que el Evangelio no absuelve a los criminales que no se arrepienten. Es más, los evangelistas anotan que es normal si alguno que ha optado por la vía del mal es castigado y no ejecutado». Bin Laden, sin embargo, fue «ajusticiado».
Sobre este punto, el cardenal afirma que: «Habría sido mejor si lo hubieran procesado… se puede encontrar una cierta perplejidad en un par de las parábolas de Lucas que hacen pensar en la posibilidad de que la defensa no fue completamente rehusada».