Su actividad le ha merecido la nada despreciable suma de 60 millones de dólares (cf. «Medios de EEUU presentan perfil de abogado que demanda al Papa», aciprensa 29.04.2010). En 2007 representó a las víctimas y supuestas víctimas de la denuncia contra la arquidiócesis de Los Ángeles, de la que se obtuvieron 600 millones de dólares, en un acuerdo.

Associated Press reveló que Anderson suele percibir en torno al 30% de las ganancias netas. Fue este abogado, junto a Mike Finnegan, el que proporcionó información a Laurie Goodstein para lanzar sus calumnias en 2010 contra el Papa Benedicto XVI desde The New York Times. «En lo que se refiere a demandas contra la Iglesia, él es el principal abogado», diría sobre Anderson el videpresidente de The News Corporation, William McGurn (cf. The Wall Street Journal, 06.04.2010).

El señor Anderson ha vuelto al primer plano y no se debe a la querella contra la Santa Sede que continúa en litigio (también por el tema de los abusos).

El 14 de marzo de 2011 el periódico on line Standard Newswire publicó lo que es la nueva estrategia del abogado Anderson en miras a seguir explotando el tema de la pederastia: «Ahora está comprometido en una campaña publicitaria en los medios de comunicación para encontrar a alguien que afirme que fue abusado por un sacerdote, independientemente de cuán endebles sean las pruebas o cuándo el presunto acto se produjo. No importa un ápice si el sacerdote murió hace tiempo y no puede defenderse» (véase el artículo completo).

National Catholic Register refirió anteriormente que dado que la mayor parte de los casos de abusos son de entre 1960 y 1985, los casos que representa Anderson a menudo superan los estatutos de limitaciones establecidas en la mayoría de los estados. En este sentido, se ha presionado para la derogación de la ley de prescripción en varios estados y, de hecho, en 2003 fue un éxito en California.

El artículo del Standard Newswire sugiere otra motivación «poco justa» del abogado en cuestión al evidenciar que ya no es el dinero lo que le lleva a actuar de esta manera, sino un «odio contra la Iglesia»: «Francamente, si Anderson estaban preocupados por todas las víctimas de abuso, no estaría dirigido exclusivamente a la Iglesia católica». Y añade: «la búsqueda loca de Anderson por nuevas víctimas» muestra «su fijación patológica contra la Iglesia católica. Hemos estado en su juego durante muchos años, su apuesta más reciente debe convencer a todos de su verdadero motivo. No es la justicia que conduce a él y a su ejército de abogados, se trata de un apetito a conseguir: degradar a la Iglesia católica».

El texto titulado «Jeffrey Anderson´s Vendetta» finaliza con una clara matización y reflexión: «Si bien todos los abusos sexuales debe ser condenado de manera inequívoca, todos los intentos de extorsionar a un segmento de la población también debe ser condenados. El fanatismo no tiene un papel legítimo que desempeñar en la búsqueda de la justicia».