Lo decía Benedicto XVI en Luz del mundo: hay quien da por agotado el cristianismo... y no sabe lo que dice. La descristianización evidente coincide con iniciativas recristianizadoras de pujanza impensable hace muy pocos años.

En España, entre otras, están las religiosas de Iesu Communio en Lerma, recientemente aprobadas. Un caso único en el mundo en la medida en que son monjas de clausura, pero hay otras comunidades que están experimentando crecimientos vocacionales extraordinarios que plantean auténticos problemas logísticos.

Que se lo pregunten si no a la hermana Mary Samuel Handwerker, responsable de convertir un solar de dos hectáreas en un edificio con capilla, de estilo colonial, que deberá albergar a la nueva fundación de las Dominicas Hermanas de María, Madre de la Eucaristía, en Loomis (California). Es su última fundación, y albergará una casa de estudios y buena parte de la nutrida cantidad de jóvenes que están acudiendo a las puertas de esta congregación.

La casa matriz, origen del «milagro» de vocaciones, está sin embargo en Ann Arbor, Michigan. La hermana Handwerker fue una de las cuatro fundadoras. Eran religiosas dominicas que decidieron impulsar una nueva iniciativa de vida común, y recibieron  en 1997 la aprobación del arzobispo de Nueva York, John O´Connor. En sólo catorce años son ya más de cien, con una edad media de 28 años y una edad media de ingreso de vocaciones de 21 años.

Su vocación es, principalmente, la enseñanza, y el buen funcionamiento académico de los colegios de los que se han ocupado por encargo de distintos obispos dan fe de su dedicación. Consagran parte del día a la oración contemplativa, y su espiritualidad se basa en la Orden de Predicadores (dominicos), con especial consagración a la adoración eucarística y a una lucha en particular: el «Evangelio de la vida», esto es, el combate contra la lacra del aborto.

De hecho, una de sus características específicas es la militancia provida, participando en la Marcha por la Vida anual de Washington, en la iniciativa similar que tiene lugar en San Francisco y en cualesquiera grandes eventos que tengan lugar en el país: «Ayudando y animando a las familias, y mediante nuestra fidelidad diaria a la vida consagrada y nuestras oraciones», explican.

Para dar a conocer su tarea apostólica, las Dominicas Hermanas de María, Madre de la Eucaristía, no escatiman medios: apariciones televisivas (es frecuente su presencia en la EWTN de la Madre Angelica), conferencias en campus universitarios, asistencia a campamentos de verano, etc. «La nueva evangelización», dicen, «consiste en tener la humildad del pequeño grano de simiento, y dejar que sea Dios que decida cuándo y dónde crecerá».