Inmediatamente después de la visita del Papa a Inglaterra, la Iglesia Católica en Estados Unidos anunció quién era el hombre al que debían acudir "los grupos e individuos" de tradición anglicana en territorio norteamericano con interés en unirse a un ordinariato anglocatólico: el arzobispo de Washington Donald W. Wuerl. Además de las parroquias que ya eran católicas pero que rezaban según el llamado "uso anglicano" y de parroquias y obispos de la Comunión Tradicional Anglicana (TAC), la gran plataforma tradicionalista anglicana que primero pidió ser admitida por Roma, este jueves se dieron a conocer dos parroquias que han pedido ingresar en los ordinariatos y que vienen de dos ambientes muy distintos y pueden servir como "campo de pruebas".

Por un lado, la parroquia de San Columba, en Nevada, pertenecía a un grupo independiente de anglicanos conservadores llamado Episcopal Missionary Church (www.emchome.org), compuesto por unas 40 parroquias norteamericanas. En su web defienden la cultura de la vida frente al aborto, el rock cristiano evangelizador contra la música mundana y muestran su pequeño edificio que han llenado de iconos bizantinos.

Se trata del primer grupo anglicano que se acoge a la propuesta de ordinariatos del Papa, viniendo de la órbita del llamado "continuum" (grupos anglicanos conservadores, independientes de Canterbury y la Comunión Anglicana) . Su caso será muy interesante, porque plantea un precedente para otros grupos similares. Probablemente, su ingreso no será muy complicado, ya que cuentan con su propio edificio y organización, y puede inspirar a más parroquias en un estado parecido.

Al mismo tiempo, se dio a conocer la petición de incorporación de otra parroquia, la de Mount Calvary, en Baltimore, Maryland. Este caso es especial porque hasta ahora pertenecía a la Iglesia Episcopaliana (los "anglicanos liberales" de Estados Unidos, con obispos y obispesas homosexuales y lesbianas, en comunión con Canterbury). Esta parroquia, de larga tradición anglocatólica (pueden verse fotos de su vida parroquial AQUÍ), ha visto en las últimas décadas como varios de sus feligreses y hasta párrocos se hacían católicos en un goteo lento pero constante. El último caso fue el de todo un convento de monjas anglicanas cercano a su espiritualidad. Ahora es la parroquia en pleno la que quiere aprovechar la oferta de los ordinariatos creados por el Papa.

Desde 2007, cientos de parroquias han abandonado la Iglesia Episcopaliana, a veces para fundar sus propias congregaciones, aunque en su mayoría se han integrado en la nueva Anglican Church of America (anglicanos conservadores de tradición evangélica, en comunión con Canterbury).

En todos y cada uno de los casos pasados, la Iglesia Episcopaliana ha dedicado grandes cantidades en abogados a reclamar los edificios y propiedades de las parroquias tránsfugas. En cierto caso que se hizo famoso, una vez expulsados los feligreses conservadores del edificio, los episcopalianos liberales vendieron el local a una asociación musulmana.

Pero hasta ahora una parroquia tránsfuga no se había pasado a la Iglesia Católica. ¿Habrá lucha de abogados por el edificio de Baltimore entre episcopalianos y (anglo)católicos?

Si los episcopalianos deciden no presentar batalla por el edificio (un gesto de cortesía ecuménica) otras parroquias de sensibilidad anglocatólica que aún puedan quedar en la Iglesia Episcopaliana podrían animarse a volver a Roma (en vez de, por ejemplo, crear su propio grupo independiente: se sentirían protegidos por Roma).

Si los episcopalianos, por el contrario, deciden poner las cosas complicadas a sus congregaciones que optan por Roma y les reclaman los edificios y propiedades, ¿qué hará la Iglesia católica? ¿Se volcará en apoyar legalmente a sus nuevos miembros? ¿Dejará que sea sólo el nuevo ordinariato -cuando se cree- quien libre sus batallas legales contra los abogados episcopalianos? ¿O quizá ofrecerá nuevos locales a los recién llegados, recomendándoles no pleitear contra la Iglesia Episcopal y abandonar sus viejas instalaciones?

El tipo de respuesta católica ante la Iglesia Episcopal (que lleva años mostrándose muy dura con los tránsfugas) será observado con atención por los anglocatólicos que quieren volver a Roma: "¿cuánto están dispuestos a esforzarse los católicos de-toda-la-vida para acogernos?", se preguntarán.

La voluntad del Papa quedó clara en su discurso de despedida ante los obispos ingleses en Birmingham, en su último día en Gran Bretaña, recordándoles que ya en febrero "los invité a ser GENEROSOS en la aplicación de la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus".


Antes que estos dos casos, ya ha habido pronunciamientos de grupos importantes que están diciendo "sí" a la oferta del Papa. Los primeros fueron los miembros de la Iglesia Tradicional Anglicana en Reino Unido (un puñado pequeño de parroquias). Los segundos, las 16 parroquias del movimiento "Forward in Faith" de Australia: pueden tener problemas con sus edificios, si los reclama la Iglesia Anglicana de Australia. Poco después se manifestaron con entusiasmo las 20 parroquias de la Iglesia Tradicional Anglicana en las islas entre Australia y Papúa (pidiendo su propio ordinariato). Los miembros de la Iglesia Tradicional Anglicana en EEUU y Canadá se están pronunciando en estos días (hay tres obispos de este grupo que querrían echar "marcha atrás", pero en general es el grupo más grande y con más capacidad de hacer el paso, al contar con sus propios edificios).

Y queda la gran incógnita: ¿cuándo y como darán el paso los anglocatólicos del Reino Unido, que por el momento siguen en comunión con Canterbury organizados en cuatro "diócesis" conservadoras: Ebbsfleet, Fulham, Richborough y Beverley? Los ingleses, apegados a sus edificios y mucho menos emprendedores que los norteamericanos, son aún una gran "equis" a despejar. Muchos querrán ver antes lo que pasa en otros países.