Bastaría con que los educandos tuvieran un conocimiento claro y preciso del verdadero valor y alcance de todos estos conceptos para que el grado de madurez democrática de la sociedad española experimentara un crecimiento exponencial. Claro está que el nivel de abstracción y complejidad de los mismos, así como del resto del texto constitucional convierten en absurdo el intento de intruducirlos de forma temprana en la educación primaria y el primer ciclo de la ESO. El rediseño de un cierto tipo de formación cívica tendría que ceñirse, pues, al tercer y cuarto curso de la ESO y al primero de bachillerato, más si como parece el cuarto de la ESO va camino de transformarse en un primer curso de bachillerato.
Si el Partido Popular consigue articular de forma satisfactoria una formación cívica seria y rigurosa, no cabe duda de que contará con el apoyo de la práctica totalidad de la sociedad española, salvo aquellos sectores cuyo analfabetismo político mueva a una oposición irracional o interesada. Y desde luego, contará con el apoyo de todos aquellos que hemos objetado hasta hoy a la Educación para la Ciudadanía zapaterista.