Con motivo del 75º anivesario del fallecimiento de Pietro Mascagni, músico italiano autor de la ópera Cavalleria rusticana, en su ciudad natal de Livorno (Toscana) se celebrará en septiembre un Festival Internacional.
El también compositor y pianista Massimo Scapin ha recordado en un artículo, publicado en One Peter Five y La Nuova Bussola Quotidiana, las razones de la profunda admiración de Mascagni hacia el Papa Pío XII:
Mascagni, amigo y testigo de un "milagro" de Pio XII
Hace 75 años, a las 7:15 del 2 de agosto de 1945, moría en Roma, después de una larga enfermedad, el compositor y director de orquesta de Livorno considerado, por muchos, el maestro de ese estilo de ópera marcado por un fuerte realismo que fue el verismo en música: Pietro Mascagni (1863-1945).
Pietro Mascagni en 1902. Foto: Wikipedia.
En 1940, durante el cincuentenario de su obra más famosa, Cavalleria rusticana, así recordaba él los preparativos para la primera representación: "Mi asombro llegó al máximo nivel cuando oí la complejidad de mi música ejecutada de una manera tan maravillosa en todos sus detalles" (Mario Morini, Pietro Mascagni, Vol. 2, pág.169).
Basada en la homónima novela de Giovanni Verga, la obra fue proclamada, a inicios de 1890, ganadora de la segunda edición del concurso para óperas de un único acto organizado por la editorial Sonzogno y, tras ser estrenada en el Teatro Costanzi de Roma el 17 de mayo, obtuvo un clamoroso éxito en todas partes.
Una de las piezas más populares de "Cavalleria Rusticana" es su emocionante "Intermezzo", utilizado por Martin Scorsese en 1980 para los créditos de apertura de "Toro Salvaje", con cuyo papel protagonista Robert de Niro ganó el Oscar.
Después de Cavalleria siguieron otras obras, entre las cuales recordamos L'Amico Fritz (1891) y Nerone (1935); sin embargo, el reconocimiento público de su talento llegó a lo largo de los años con la dirección de los escenarios de Europa y Estados Unidos.
Confortado con los últimos sacramentos por el párroco de la iglesia de San Lorenzo in Lucina, murió, decíamos, en el corazón de Roma, en un apartamento situado en el piso noble del Grand Hotel Plaza, donde vivía habitualmente desde 1927. Un hecho que desde el 28 de diciembre de 1948 certifica también la lápida detrás del busto de bronce del compositor, que se encuentra en este edificio situado en via del Corso: "Desde esta casa en la que vivió y trabajó tanto tiempo, Pietro Mascagni pasó a la inmortalidad el 2 de agosto de 1945".
La última audiencia con Pío XII
El venerable Pío XII, a través de monseñor Giovanni Battista Montini [futuro Pablo VI], entonces sustituto de la secretaría de Estado, había enviado el siguiente telegrama: "Su Santidad está paternalmente presente en el grave luto de esta familia y del mundo del arte, a los cuales el corazón y el genio del ilustre Maestro revelaron tesoros de bondad y belleza" (Morini, pág.124).
Poco tiempo antes de morir, Mascagni había pedido y obtenido una audiencia pontificia. Después de su última aparición pública -en el Teatro de la Ópera, donde dirigió L'Amico Fritz- en 1943, ya con ochenta años y en silla de ruedas, las raras salidas de su apartamento, que su salud precaria y piernas vacilantes le permitieron, fueron esta visita al Santo Padre y dos anteriores.
Pío XII lo recibió con mucho afecto en la biblioteca privada del Palacio Apostólico, y se entretuvo con él hablando de arte, música y otros temas. Unas semanas después el músico les contó a sus amigos: "Cada domingo el Papa hace que se celebre aquí la misa, en este salón del Plaza, porque sabe que ya no puedo bajar escaleras. Pero confieso que cuando las podía bajar no siempre iba a misa. Es decir, el Papa me ha ayudado de todas las maneras; en periodos de carestía, cuando conseguir un poco de pan y un poco de carne no era fácil, me mandaba la comida. Un gran Papa, un hombre santo de verdad..." (Morini, pág.123).
Una larga amistad
La relación de veneración del gran músico hacía el Pastor Angelicus tuvo inicio el 31 de octubre de 1891, en el reducido Teatro Costanzi en Roma, entre un acto y otro de la primera representación de L'Amico Fritz, cuando el quinceañero romano, buen violinista, sorprendió al hombre de Livorno de 28 años, ya un célebre compositor, "porque era de buena pasta y tenía una sólida cultura musical".
El segundo encuentro entre los dos tuvo lugar más tarde, en un palco del Costanzi, cuando el entonces seminarista Eugenio Pacelli y su familia asistían a una nueva edición de la Cavalleria Rusticana (Enrico Nassi, Pío XII, pág.25).
Inquietud y ¿milagro?
Entre muchos episodios destaca la audiencia privada concedida por Pío XII en la primavera de 1942 al músico y a su esposa, angustiados por la salud de su nieta.
En un artículo aparecido en L'Avvenire d'Italia del 2 de junio de ese mismo año, Mascagni relata la escena: "Es fácil pensar con cuánta pureza de fe me presenté en el Vaticano. Yo ya sabía que Su Santidad era de una bondad divina, coronada por una gran mente y un gran corazón. Pero nunca me habría imaginado ser acogido con tanta deferencia, no merecida por mi parte. Parecía realmente que Su Santidad quisiera ponerse a mi nivel para hablarme con libertad.
»Y, de hecho, me habló con gran sencillez de mi arte, recordando en especial el nacimiento de Cavalleria rusticana, cuando Su Santidad era un muchacho, casi un niño; me dijo que nunca se había olvidado de esos días. Me habló de arte con auténtica competencia.
»También se acordó del periodo que viví en Pesaro, dirigiendo el Liceo Musicale de esta ciudad. Pidió amablemente a mi mujer noticias sobre nuestra familia, tras lo cual informé al Pastor de la Humanidad del triste caso de nuestra querida nieta. [...] En el momento de irnos se puso de pie, se dirigió hacia mí con los brazos alzados, puso las manos sobre mis hombros, acercó su rostro al mío y me besó en las mejillas.
»Me emocioné mucho y derramé las lágrimas más dulces de mi vida. El Sumo Pontífice nos impartió, a mi esposa y a mí, la bendición apostólica, acompañando su gesto con el regalo de un rosario a mi esposa y una bellísima medalla de plata, con su efigie, a mí. Después me entregó otro rosario y me pidió que se lo hiciera llegar a nuestra adorada nieta, junto a su bendición".
Los regalos llegaron a la niña, que enseguida empezó a mejorar.
Y así concluyó Mascagni su relato: "Yo, que tengo fe absoluta en la Divinidad, pienso que esta fe debe crear la esperanza. Y por eso, espero. Y la esperanza está basada en la bendición del Santo Padre a la niña enferma y en el don del rosario bendecido. El Santo Padre ha hecho el milagro" (Morini, pág. 179).
El regreso a los sacramentos
En los archivos que contienen la documentación del proceso de beatificación de Pío XII se encuentra también este testimonio de Mascagni, junto al de muchos fieles que buscaban "solo un minuto" con el Papa para que intercediera en favor de una situación difícil o por un familiar enfermo (Nassi, pág. 294).
Además de la total curación de la niña, el Pastor Angelicus había obtenido también la vuelta del gran artista a la vida sacramental, como documentan algunas cartas del Maestro, el cual dedica al Defensor Civitatis su canto del cisne: el antiguo himno, que celebra la alegría espiritual de la Urbe, O Roma felix, para voz y órgano, escrito en 1943 "para el XXV aniversario de la consagración episcopal de Su Santidad Pío XII".
Traducido por Elena Faccia Serrano.