En la actualidad se habla mucho de feminismo pero poco de la identidad femenina. Muchas políticas van encaminadas a imponer la ideología feminista cuando en realidad están acabando con la esencia de la mujer.
Acerca de la feminidad y la mujer femenina escribe María Calvo (1967), una de las voces más potentes a favor de la igualdad entre hombre y mujer en España, línea que choca con el feminismo radical imperante en las políticas españolas e internacionales.
Calvo, profesora de Derecho de la Universidad Carlos III, es además autora de importantes ensayos en este campo, entre los que destacan Paternidad robada (Almuzara); Padres destronados. La importancia de la paternidad (El toro mítico) o Alteridad Sexual. Razones frente a la ideología de género (Palabra).
Ahora acaba de publicar un nuevo libro, La mujer femenina (Rialp), un interesante ensayo que resalta esta diferencia hombre y mujer, a la vez que alerta de los engaños a los que se ha sometido a la mujer a través de la ideología feminista y la de género.
María Calvo destaca el momento histórico y social tan “paradójico” como es el actual. En su opinión, cuando tras siglos luchando para ello las mujeres han alcanzado en Occidente cotas considerables de igualdad con el varón, se está extendiendo la idea implantada “de que la mujer simplemente no existe, la identidad femenina es un invento, no hay feminidad ni masculinidad derivada de la naturaleza”.
Todo se vende como una “construcción social”. Por ello, la autora de La mujer femenina hace un llamamiento urgente: “la reflexión sobre la identidad femenina es la emergencia de nuestro tiempo, no se puede posponer más y requiere una muy especial atención en la medida en que la mujer es esa parte del género humano que concede el acceso a la vida o no”.
De este modo, Calvo dirige a la defensa de la mujer y de la maternidad la importancia de ser la “cuestión prioritaria” de la época presente.
Para explicarlo hace un brillante resumen de la situación de la mujer del siglo XXI: “la mujer ha ganado en derechos y ha perdido en identidad. Ha triunfado en lo público y se ha desestabilizado en lo privado. Está más empoderada que nunca, pero se considera una víctima. Realizada en lo profesional, experimenta una gran soledad en lo personal. Se ha liberado sexualmente, pero se siente vulnerable –existe una relación de causalidad directa entre la trivialización del sexo y los abusos sexuales a mujeres-. Ha perdido el rubor, pero exige respeto. Todo le está permitido y, sin embargo, no encuentra satisfacción”.
Pero además explica este argumento en su libro profundizando en algunos aspectos, como la evolución del feminismo, la crisis de la masculinidad y la irrupción de las teorías de género. A continuación vamos a ver algunos de los puntos que la autora trata en su ensayo:
1. Una mujer “desfeminizada”
Durante siglos las mujeres han luchado para intentar conseguir una equidad con los hombres y los mismos derechos que ellos ya ostentaban. Pero todo dio un giro con la llegada de Mayo del 68, donde la emancipación de la mujer se entendió como “independizarse del hombre, negarle su papel de compañero y complemento, rebelarse contra todo lo masculino…”. Para Calvo, la anticoncepción y el aborto fueron el inicio de la “corrupción del feminismo”, pues suponía “una fractura profunda e insalvable el corazón de la feminidad”.
En consecuencia, Mayo del 68 significó –según deja constancia en este ensayo- “la exaltación de una feminidad narcisista, empobrecida, deconstruida y deforme, carente de la dimensión maternal. Dando lugar a un feminismo que ‘desfeminiza’ a la mujer por asimilación con el hombre, al que paradójicamente se enfrenta y desprecia, pues le considera el origen de todo mal”.
2. ¿Un feminismo de género?
La conocida como teoría de género ha entrado con fuerza en los últimos años, donde la palabra sexo está siendo sustituida por la expresión “género”. “Los ingenieros sociales utilizan un lenguaje ambiguo que hace parecer razonables los nuevos presupuestos éticos y, a través de este lenguaje permormativo, que es en realidad un ejercicio de manipulación semántica, han adquirido sobre el mundo, especialmente sobre los jóvenes, un enorme poder”, explica Calvo. La intención es conseguir “un cambio cultural gradual” destruyendo la “bipolaridad entre los sexos” hasta proclamar la “inexistencia de la masculinidad y feminidad”.
Esta profesora universitaria considera que este nuevo movimiento trae consigo “la muerte del feminismo en sentido estricto”. ¿Por qué? Porque “las feministas de género no buscan la mejora en la situación de las mujeres, sino persuadirlas de que no existen, la anulación radical de las diferencias hombre-mujer, anulación de lo femenino y lo masculino y, en consecuencia, la desnaturalización extrema del ser humano”.
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3. Hacia un feminismo hipermoderno y absurdo
Por otro lado, señala que en estos momentos se da un feminismo que tiene las mismas características del machismo tradicional. Esto es: “la consideración del hombre como opresor y de la mujer como un ser débil, infantil y frágil” con la paradójica aportación de que son las mujeres las que se atribuyen estas características. Un tiempo confuso donde las feministas hablan de la mujer a la vez como “frágil” y “empoderada”.
Del mismo modo, la autora añade que ser “víctima” está de moda en este nuevo feminismo. “Esta postura es mucho más cómoda que mostrarse fuerte, independiente y estoica. La victimización es una de las mayores perversiones del feminismo”, recalca Calvo, incidiendo en otra importante característica: el especial interés en que los “hombres se sientan culpables”.
4. ¿La ciencia está equivocada?
La identidad de género se basa en que el sexo es independiente del género con que el que uno se perciba, con lo cual el sexo es anulado en favor del género.
Pero, ¿la ciencia dice lo mismo? Calvo recuerda en el libro lo que dicen expertos en distintos ámbitos científicos y de la salud. “Décadas de investigación en neurociencia, en endocrinología genética, en psicología del desarrollo, demuestran que las diferencias entre los sexos, en su aptitudes, formas de sentir, de trabajar, de reaccionar, no son sólo el resultado de unos roles tradicionalmente atribuidos a hombres y mujeres, o de unos condicionamientos histórico-culturales, sino que, en gran medida, vienen dadas por la naturaleza”, agrega.
Aquí uno de los ejemplos que cita el libro: Lawrence Cahill, doctor en Neurociencia y profesor de Neurobiología de la Universidad de California, considera concluyente que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes en algunos aspectos, tanto en su arquitectura como en su actividad.
5. La maternidad, la gran damnificada
La escritora noruega y premio Nobel de Literatura, Sigrid Undset, definió este punto de manera magistral: “el movimiento feminista se ha ocupado tan sólo de las ganancias y no de las pérdidas de la liberación”.
A partir de esta cita, esta experta española ahonda en esta cuestión, la “desfeminización” de la mujer, que supone “la renuncia a su propia esencia, especialmente en el ámbito maternal, en el que socialmente estamos experimentando una desculturización de la maternidad”.
¿Esto en qué se plasma? María Calvo cree que “muchas mujeres (aunque cada vez menos) quieren ser madres, pero no saben exactamente qué implica la función materna. Se ha perdido la noción de lo que significa ser madre en el sentido de entrega, dación de uno mismo, sacrificio, cambio de prioridades, generosidad, y en definitiva, amor”.
6. ¿De verdad que se puede prescindir del padre?
Siempre han existido, debido a circunstancias muy diversas, madres que han criado solas a sus hijos. Pero ahora se están multiplicando las mujeres que quieren ser madres solas por elección propia, aprovechando para ello la tecnología. La profesora advierte que estas mujeres “condenan al hijo a ser huérfano de padre incluso antes de nacer”. “Estos hijos, huérfanos de padres vivos, crecen y viven toda su existencia con ‘hambre de padre’”, advierte la autora de La mujer femenina.
Además, se ha extendido la idea de que en la crianza y educación de los hijos la madre se basta sola considerando al padre como innecesario e incluso un estorbo. De hecho, esto es consecuencia –agrega- de que “la sociedad ha devaluado progresivamente la función paterna, hasta el punto de que la presencia y el papel del padre en la procreación resultan prescindibles”.
De hecho, Calvo se muestra muy dura al respecto y asegura que “tener un hijo siguiendo simplemente los deseos o sentimientos del momento, supone en muchos casos un ejercicio de individualismo narcisista que perjudicará la estabilidad y equilibrio personal del niño”.
Una salida al feminismo hegemónico
En estos puntos y otros muchos más que ofrece en su ensayo la escritora analiza la situación de la mujer. Pero, ahora surge una nueva pregunta, ¿cómo mejorar esta situación?
María Calvo se muestra optimista ante un creciente número de mujeres que tiene opinión propia y “aboga por la corresponsabilidad e interdependencia entre hombres y mujeres, tanto en lo privado como en lo público”.
Recuerda que “la colaboración activa entre el hombre y la mujer debe partir precisamente del previo reconocimiento de la diferencia misma”, por lo que es preciso reconocer e incluso celebrar las características propiamente masculinas y también las femeninas.