Este 2021 se cumple el 75 aniversario del Premio Adonais de poesía. Se conmemora dicha efeméride nada menos que con una exposición en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid.
Si uno teclea en el buscador de su catálogo –que se puede consultar aquí– la palabra ‘católico’, sale una única mención, que hace referencia a la condición de dos personas importantes en la historia del premio: Juan Guerrero Ruiz y Florentino Pérez-Embid.
Guerrero Ruiz, "cónsul general de la poesía" y firme católico
El murciano Juan Guerrero Ruiz (1893-1955) estudió el bachillerato en los Hermanos Maristas y se licenció en Derecho en la Universidad de Madrid, examinándose como alumno libre en 1915. Fue llamado ‘El cónsul general de la poesía’.
Comenzó su andadura colaborando en 1916 y 1917 con las revistas murcianas Polytechnicum y Oróspeda. En 1913 conoció a Juan Ramón Jiménez, y en 1918 se trasladó a Madrid a trabajar en un bufete de abogados. Juan Ramón le facilitó ser secretario de la revista Índice. A partir de entonces colaboró estrechamente con él. Tanto que al fallecer el poeta publicó "Juan Ramón de viva voz", obra donde recogía sus confidencias y juicios literarios.
Francisco Moreno Sáez ha escrito una breve biografía y recogido la declaración jurada de la depuración de Juan Guerrero acabada la Guerra Civil. Una depuración que superó y en la que, al ser preguntado si había pertenecido a la masonería, dijo lo siguiente: ‘Jamás. Por mi formación católica siempre he considerado odiosa esta secta por su persecución de la Iglesia Católica’.
Rafael Alberti, María Teresa León y Juan Guerrero Ruiz, iniciador de la colección de poesía Adonais, en 1936.
Defendió iglesias durante la persecución religiosa
No corrió la misma suerte en la depuración del gobierno del Frente Popular, en la que fue cesado de su puesto de secretario-administrador de la Junta Provincial de Beneficencia Particular el 14 de abril de 1937. Un militante socialista ocupó su cargo.
Terminada la Guerra, le preguntaron por qué no se opuso al Frente Popular durante la contienda. "Tenía la obligación sagrada de mantener a mi numerosa familia, –su mujer enferma, seis hijos pequeños, una madre anciana y una hermana religiosa, exclaustrada a causa de la revolución– y mi única fuente de ingresos era mi cargo de Secretario del Ayuntamiento’, argumentó.
No faltó tampoco una alegación en la que declaró solemnemente su fe. "Declaro que soy católico, en cuya religión me he formado y he de permanecer hasta mi fin último".
De hecho, protegió no pocas iglesias a lo largo de la persecución religiosa.
Casado con Ginesa García-Aroca, Guerrero tuvo seis hijos, uno de los cuales murió en 1938. También fundó la Editorial Hispánica, que comenzó a publicar en 1943, con la participación de José Luis Cano, la colección de poesía Adonais que compraría para Ediciones Rialp Florentino Pérez-Embid Tello.
Pérez-Embid Tello, católico e intelectual de referencia
Florentino Pérez-Embid Tello (1918-1974) nació en Aracena (Huelva) y murió en Madrid con 56 años, como consecuencia de una dolencia cardíaca.
Fue miembro del Opus Dei, y compró para la Editorial Rialp la colección de poesía Adonáis, que previamente había puesto en marcha otro católico ferviente, Juan Guerrero Ruiz.
En 1940 se licenció en Historia y se especializó en temas relacionados con la América hispánica, llegando a fundar la importante Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, la Universidad Hispanoamericana de La Rábida y la Asamblea de Americanistas. Finalmente ganó en 1949 la Cátedra de Historia de los Descubrimientos Geográficos de la Universidad de Sevilla, y luego en 1951 la de Madrid.
Florentino Pérez-Embid, fundador de la Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, la Universidad Hispanoamericana de La Rábida y la Asamblea de Americanistas.
También formó parte del CSIC como Consejero de Número y secretario de la revista Arbor, que también comenzó su andadura hace más de 80 años de la mano de intelectuales católicos.
También fundó, como parte de Rialp, la Biblioteca del Pensamiento Actual, que publicó obras de intelectuales católicos como Vicente Palacio Atard, Gonzalo Fernández de la Mora, Juan José López Ibor, José María Jover, Ángel López-Amo, Antonio Millán Puelles, Romano Guardini, Etienne Gilson o Carl Schmitt.
Fue nombrado director del Ateneo de Madrid en 1951, institución que acaba de conmemorar su segundo centenario, así como de la revista Ateneo y de la colección de opúsculos “O crece o muere”, en la que se publicaron conferencias de autores europeos como Carl Schmitt, Christopher Dawson, Alois Dempf o Michael Oaskeshott.
Hispanista y admirador de Ramiro de Maeztu
Pérez-Embid fue, además, miembro del Consejo Privado del conde de Barcelona, procurador en Cortes, consejero nacional de Educación, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y fundador de la Asociación de Amigos de Maeztu, cuyo objetivo era difundir la obra del pensador vasco. Su proyecto político se conoció como españolización de los fines, europeización de los medios.
También fundó en 1963 la revista Atlántida, siendo además nombrado director general de Bellas Artes por el ministro Villar Palasí, cargo que ocupó hasta 1973. Ingresó en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, con un discurso sobre Castilla y Portugal en la Sierra de Aracena. El Premio de Poesía de dicha Academia lleva su nombre. Fue asimismo académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1972).
Entre sus obras destacan ‘El mudejarismo en la arquitectura portuguesa de la época manuelina; El Almirantazgo de Castilla hasta las Capitulaciones de Santa Fe; Los descubrimientos en el Atlántico hasta el tratado de Tordesillas; Ambiciones españolas, o Nosotros los cristianos.
Todo ello es muestra de que su catolicidad no le impidió ser un intelectual de primera magnitud, adquirir para una editorial católica una de las mejores colecciones de poesía en lengua española del mundo o poner en marcha el premio de poesía más importante en la actualidad, que no siempre se da a poetas precisamente católicos.
Dámaso Alonso, en el consejo editorial de Adonais
Pero no acaba aquí la catolicidad de la empresa.
En el consejo editorial de la Colección Adonais estaría nada menos que el madrileño Dámaso Alonso (1898-1990), miembro insigne de la Generación del 27, en quien coincidiría el poeta, el científico y el creyente. Esta última faceta es poco o nada comentada en los medios, y para nada baladí, pues si se menciona contribuye a la relativización del mito de que ciencia y fe son incompatibles o que el mundo de la cultura es del ateísmo, mito creado a su vez por el laicismo.
Hay quien considera que la Generación del 27 debe su nombre a un artículo de Dámaso Alonso. Este grupo desarrolló buena parte de su actividad durante la denominada Edad de Plata, bajo el marco político de la monarquía católica de Alfonso XIII. Fue él quien fundó la Residencia de Estudiantes de Madrid, espacio relacionado directamente con el grupo, y la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE).
Dámaso Alonso fue doctor en Filosofía y Letras, licenciado en Derecho y discípulo de Ramón Menéndez Pidal, que sería presidente de la JAE, trabajando con él en el Centro de Estudios Históricos.
Fotografía tomada tras la fundación oficial de la Generación del 27. De izquierda a derecha: Rafael Alberti; Federico García Lorca; Juan Chabás; Mauricio Bacarisse; José María Romero Martínez; Manuel Blasco Garzón; Jorge Guillén; José Bergamín; Dámaso Alonso, y Gerardo Diego.
Además de impartir clases de Lengua y Literatura Españolas en varias universidades, tanto españolas como extranjeras, ostentó la cátedra de Filología e Historia de la Literatura en la Universidad Central de Madrid. También fue miembro de la Modern Language Association, de la Real Academia de la Historia y de la Academia Mexicana de la Lengua. Colaboró con Revista de Occidente y dirigió la Revista de Filología Española. De particular relevancia en su actividad científica fue la etapa de director del Instituto Antonio de Nebrija del CSIC. También fue presidente de honor de la Asociación Internacional de Hispanistas.
Sus estudios sobre la obra de Góngora, el español medieval en Estilo y creación en el Poema del Cid y la obra de san Juan de la Cruz, así como sus incursiones en la dialectología la gramática histórica y la estilística dan buena fe de su capacidad investigadora en filología.
En cuanto a su obra literaria, fue Premio Nacional de Literatura (1927), el Premio Fastenrath (1943), el Premio Cervantes (1978), y recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, la Orden Militar de Santiago de la Espada (Portugal), la Orden del Sol (Perú), la Orden de Andrés Bello, la Medalla de Oro de Madrid y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Fue elegido presidente de la Real Academia Española en 1968 y reelegido en cuatro ocasiones más; la última, el 4 de diciembre de 1980. Ocupó el cargo hasta el 26 de noviembre 1982, fecha en que renunció.
Su faceta religiosa católica es bien conocida y rastreable. En algunas de sus obras se encuentran multitud de pruebas en este sentido, obras tales como “La poesía de san Juan de la Cruz” (1942), “Hijos de la ira” (1944), “Hombre y Dios” (1955) y “Oscura noticia” (1959). En su funeral, su esposa recitó dos versos de “Hijos de la ira”: Virgen María, Madre, / dormir quiero en tus brazos hasta que en Dios despierte.
Parece sorprendente que ante un evento cultural de la magnitud del 75 Aniversario del Premio Adonais de poesía vuelva a pasar absolutamente desapercibido el componente católico que hay detrás de dicha efeméride. Han sido ya varias las efemérides de 75 años abordadas aquí en Religión en Libertad, como la de la Sociedad Española de Microbiología y del Instituto de Química-Física Rocasolano.
Vídeo conmemorativo del 75º aniversario del Premio Adonáis de Poesía.