"Lo bueno de esta película es que es un petardo y me parece imposible que tenga éxito entre el gran público. Sus diálogos son bastante insufribles... y eso es una buena noticia": el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, no pudo ser más claro al enjuiciar Los dos Papas, de Antonio Meirelles, la primera de las dos producciones de Netflix en esta Navidad directamente orientadas a incomodar u ofender a los cristianos ("engañosa y peligrosa", la califica John Waters). La otra es La primera tentación de Cristo, que presenta a Jesús como un homosexual activo.
Así que monseñor Munilla propone directamente a los usuarios de Netflix que busquen un mejor destino para esa cuota: "¡Qué buena aportación sería para Caritas, para Manos Unidas, para Ayuda a la Iglesia Necesitada, para Radio María, destinar nuestros recursos allí donde se evangeliza y no allí donde nos mundanizamos y asumimos todos los criterios de mundanizacion!"
El prelado donostiarra fue invitado tras la Navidad por unos amigos a ver Los dos Papas en su casa, y el viernes compartió su crítica en el programa Sexto Continente de Radio María.
El comentario de monseñor Munilla puede escucharse entre los minutos 2:00 y 16:00.
Los dos Papas es una fabulación sobre un hipotético encuentro (que nunca tuvo lugar) entre Benedicto XVI y el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, quien le presenta la renuncia por edad. El Papa Ratzinger está ya pensando renunciar al pontificado, quiere que el jesuita argentino sea su sucesor, y le somete a una especie de examen sobre su ortodoxia. Netflix quiso rodar el film en escenarios reales, pero la Santa Sede ni siquiera respondió a la propuesta.
"La película es muy injusta con respecto a la imagen que pretende dar de los dos Papas", dice monseñor Munilla: "Sería perfecta para estudiar cómo ha acontecido desde el primer momento la manipulación de dos papados. No le falta un tópico de manipulación".
Los encuentros entre el Papa y su sucesor no tienen más finalidad que hacer "que nos caiga simpático Jorge Mario Bergoglio y que se genere en nosotros una antipatía hacia todo lo que el Papa Benedicto XVI ha representado": una figura "rara, ensimismada, sin empatía, incapaz de dialogar con el mundo", mientras que Bergoglio es "todo lo contrario".
No se ahorra ningún tipo de "ridiculización" del Papa Ratzinger. En la escena en la que se confiesa con el futuro Papa Francisco, se le considera implícitamente encubridor de los casos de abuso de Marcial Maciel, cuando es un hecho que "la primera medida que tomó al llegar al pontificado fue contra él". Se insinúa incluso que su intención de abandonar la sede de Pedro es "una crisis de fe" en la cual "no escucha a Dios".
Asi, el alemán representa "la fidelidad al dogma, la verdad, la fe, un encerrarse en un castillo para defender una verdad teórica y desencarnada de la vida", mientras el argentino "entiende que la Iglesia tiene que abrirse al mundo y asumir sus postulados" y considerar solo importante "el grito de los desheredados".
La manipulación, explica Don José Ignacio, tiene una finalidad: está "al servicio de la herejía de nuestros días", a saber, "la contraposición entre la verdad y la caridad, que se presenta de una manera recurrente". Pero "esa contraposición entre verdad y caridad es una manipulación absoluta", subraya Munilla, pues "la verdad y la caridad son una sola cosa en Cristo".
La Iglesia que evangeliza y la que se mundaniza
Por eso, Los dos Papas "es la película perfecta, no para conocer a los Papas, todo lo contrario, sino para conocer la manipulación recurrente a la que la cultura dominante somete ambos papados". Y es además "un flaquísimo favor" el que hace al supuesto beneficiado, Francisco, pues "aunque pretende hacerle simpático", le presenta como "alguien que acoge sin discernimiento el espíritu del mundo, asumiendo todos los postulados de la secularización, como si no tuviese nada que decir ante el relativismo de este mundo".
Munilla desacredita la película por someterse al "pensamiento dominante que pretende juzgar la vida de la Iglesia proyectando en ella los esquemas de este mundo: conservadores, progresistas, derechas, izquierdas..." Pero esos son parámetros "ajenos y extraños al ser y a la vida de la Iglesia".
"Sí que hay dos Iglesias", matiza el obispo, "pero no serían la conservadora o la progresista, la de derechas o la de izquierdas, sino una Iglesia que evangeliza y una Iglesia que se mundaniza. Ese es el riesgo que tenemos. O evangelizamos o nos mundanizamos".
El objetivo de Los dos Papas, en la línea de la "gran manipulación del pensamiento y de la sensibilidad que está aconteciendo", es pues "hacernos asumir una herejía, el antagonismo entre verdad y caridad: una contraposición absurda y un dualismo inexistente en el Evangelio".
"Por si no os lo había dicho, no me ha gustado", ironiza Munilla al concluir.