El profesor José Ignacio Murillo ha asegurado en la Universidad Católica de Valencia (UCV) que el ser humano “nunca podrá ser sustituido por la inteligencia artificial (IA)” y que ésta “debe ponerse al servicio de la persona, pues, de lo contrario, existe el peligro de que pueda volverse en contra”.
Murillo, director del grupo de investigación Mente-Cerebro, Biología y Subjetividad en la Filosofía de la Universidad de Navarra, ha impartido una conferencia invitado por la Cátedra Pavasal para el Liderazgo y Gestión de las Organizaciones de la UCV, en la que ha detallado en qué consiste la IA, cuál ha sido su desarrollo y el lugar que ocupa en la sociedad actual.
Así, el ponente ha asegurado que esta realidad, “de la que se viene hablando desde mediados del siglo XX a partir del desarrollo de la cibernética tras la Segunda Guerra Mundial, nació como un intento de comprender -desde el punto de vista de la tecnología y de la biología- algunas actuaciones de los seres vivos para poder reproducirlas en máquinas”.
Cuidado con reducir la realidad a datos
Lo que ha finalmente se ha desarrollado “es un sistema de gestión de información muy superior al que pueden gestionar las personas. Sin embargo, esta ventaja es también un riesgo: primero, porque puede emplearse para fines que no son humanos, y, por otra parte, porque reducir la realidad a datos implica obviar aspectos relevantes de la vida”, ha expresado.
En este sentido, este experto ha argumentado en su ponencia, impartida en la en la sede de San Juan y San Vicente de la UCV, que la inteligencia, per se, no puede ser artificial, “pues la cognición corresponde a la persona humana; en todo caso, la IA siempre será una simulación de lo que hacen los seres vivos”.
Por ello, aunque su uso puede ser eficaz en sistemas en los que hay que manejar muchos datos y en campos tan diversos como pueden ser los transportes o la Medicina, “no debe perderse de vista que los medios no pueden convertirse en fines”.
Igualmente, el ponente ha advertido del peligro de “caer en una comprensión del ser humano como una máquina obsoleta, que puede llevar a una especie de pesimismo respecto de la condición humana y que daría alas a quien defiende realidades como el transhumanismo o la hibridación hombre-máquina”.