No hay duda de que existe una vikingomanía, que empieza más o menos en 2010, cuando se estrena la película infantil Cómo entrenar a tu dragón y se consolida en 2013, cuando History Channel lanzó su teleserie de ficción Vikingos, protagonizada por vikingos guapos, vitalistas y de peinados modernos. Han sido seis temporadas salpicadas de sexo, violencia y humor cínico, apenas un poco menos que en las de Juego de Tronos y Espartaco a cuyo público aspiraba atraer.
Desde 2015 se apuntó la serie The Last Kingdom, basada en las novelas de Bernard Cornwell, con otras 4 temporadas de vikingos paganos y brillantes contra sajones mediocres y cristianos, que se salvaban solo por el rey Alfredo el Grande y el protagonista (cínico y pagano pero fiel a Alfredo). Exposiciones en 2017 en el Museo Británico de Londres y en el Museo Marítimo de Barcelona constataban la vikingomanía y lograban atraer un amplio público.
Entre los adultos, parece que hay un público que anhela una Edad Media sin cristianismo, como se ve en Juego de Tronos y buena parte de la literatura fantástica. Más aún, hay gente que parece querer una Edad Media 'contra' el cristianismo, donde los cristianos son especialmente tontos y malos y los vikingos paganos listos, liberados y vividores. Pero, como descubrieron los guionistas de la teleserie Vikingos, si los cristianos medievales son demasiado tontos, el espectador se aburre porque dejan de ser rivales interesantes.
Ahora Actas Editorial publica Vikingos, historia de un pueblo guerrero, que puede ser un magnífico regalo navideño para cualquier interesado en el mundo vikingo.
Escrito por la historiadora María de la Paloma Chacón, se lee con agilidad. Es muy completo al cubrir todas las épocas de la era vikinga (desde el saqueo de la abadía de Lindisfarne en el 793 hasta la batalla de Hastings en 1066, que inaugura la Inglaterra normanda.
Esta amplitud es una de las principales virtudes del libro, que en 350 páginas incluye:
- la vida cotidiana, cultural y religiosa de los vikingos, su armamento, tecnología, leyes, técnicas militares, agrarias, navales...
- sus creencias religiosas, su literatura, las Eddas, su panteón y rituales...
- las principales fuentes primarias que hay que conocer; algunos yacimientos arqueológicos importantes
- historia de los vikingos en Gran Bretaña, en Islandia, en Francia, en Normandía, en el Mediterráneo (incluyendo Baleares), en Islandia, en Rusia y Bizancio
- un completo capítulo sobre los vikingos en América: en Groenlandia estuvieron del año 1000 al siglo XVI, y tuvieron obispado propio
- un capítulo detallado sobre las 4 oleadas de ataques vikingos al norte de España y otro sobre sus ataques a Al-Ándalus
- las embajadas musulmanas en Escandinavia (incluye a un judío de Tortosa que en Dinamarca constata horrorizado que los daneses tiraban a mar a los bebés "si nacen demasiadas criaturas, para librarse de su carga", y a Ibn Fadlan que describe como drogan y violan en grupo a una esclava antes de estrangularla para que acompañe a su amo en la muerte)
- un capítulo (12 páginas) sobre la cristianización de los vikingos
- la batalla de Hastings con su contexto detallado, el fin de la era vikinga y el tapiz de Bayeux
Cristianos despiadados frente a paganos libres y vividores
La autora es consciente de que, como dice en el prólogo, hoy "uno de los tópicos más extendidos es que los miembros del clero [cristiano] eran gente despiadada y deseosa de poder, que solo buscaban expandir su religión a costa de buscar fantasmas o atacantes de sus dogmas como una forma de legitimación, que planeaba regicidios y traiciones en secreto y que usaba su poder en la oratoria como un arma de persuasión".
Junto con la leyenda negra contra la Iglesia, muchos espectadores consumen hoy una leyenda áurea de vikingos paganos "tatuados, libres, valientes y fuertes, defensores de la justicia, de marcados abdominales". "Si esa visión tan desfigurada de los vikingos ha ido ganando popularidad en nuestra sociedad es precisamente porque se presenta como referente de individualismo y libertad, valores que a día de hoy se tienen en bastante consideración por ser el polo totalmente opuesto a una Iglesia medieval vista como algo rígido y en muchas ocasiones aburrido", señala la historiadora, que constata, por ejemplo, que "no es raro ver por la calle collares con la forma del mjölnir [el martillo del dios Thor], o de algunas runas, jóvenes llevando la estética que se suele asociar al perfil físico del vikingo..."
En verde, las zonas saqueadas por vikingos; los otros colores marcan los lugares donde se asentaron
Destrucción meticulosa durante 3 años en Galicia
En diálogo con ReligionEnLibertad, la historiadora Chacón explica que "la palabra 'bárbaros' que usaban los otros pueblos para los vikingos no es adecuada, porque en su propio país los escandinavos sí que respetaban sus propias leyes. Tenían una tecnología eficaz, buena literatura, códigos de leyes... pero en el extranjero no sólo robaban sino que violaban, secuestraban y destruían edificios".
Un ejemplo en España fueron los 3 años que se asentaron en Galicia, del 968 al 971. No sólo tomaron cautivos y bienes, se esforzaron meticulosamente en arrasar poblaciones enteras. "Los obispados de Orense, Braga y Tuy no fueron simplemente quemados: fueron total y absolutamente devastados, desde sus ciudades más importantes a sus villas más pequeñas", explica el libro. "La ciudad de Santiago fue devastada y otros muchos pasados a espada y dados muerte al igual que su obispo".
Sacrificios humanos y bebés abandonados a la muerte
Sobre los sacrificios humanos, a pesar de los testimonios de Ibn Fadlan y Al Tortosí, la autora nos dice que "se sabe muy poco, pero en época vikinga no debían ser muy raros en las zonas más remotas. En los siglos de migraciones previos a la época vikinga sí eran muy frecuentes, y tenemos restos de zonas pantanosas".
Los padres de familia podían rechazar a los bebés que no querían. "El padre se lo ponía en la rodilla y le daba nombre y así lo reconocía como propio. Si no lo acogía así, lo abandonaban en un cruce de caminos, donde normalmente lo mataba el frío o las bestias, aunque a veces podía cogerlo otra persona", explica Chacón a ReligionEnLibertad.
Una persona podía llegar a ser esclavo por ser un extranjero capturado en un ataque o como castigo por sus crímenes o deudas. El esclavo tenía pocos derechos, y se le miraba como un animal más. La religión vikinga tenía una leyenda para justificar que los hombres están destinados a ser parte de uno de los tres niveles de la sociedad: los nobles, los hombres libres y los esclavos.
Los conflictos internos podían dirimirse en una asamblea (althing) en la que las mujeres podían hablar y los hombres libres votar y decidir soluciones o castigos. Muchas veces la disputa se solucionaba con un duelo con armas en una isla: el que volvía vivo, ganaba.
Una cultura confiada en el destino
Chacón cree que los vikingos no tenían mucho miedo a la muerte ni a las maldiciones o los espíritus porque estaban convencidos de que su destino ya estaba escrito, y así lo aceptaban. Esto no encaja muy bien con lo que cuentan los misioneros que en pleno siglo XXI trabajan con culturas animistas que creen en espíritus y maldiciones y siempre están temiendo ser blanco de unos y otros, y buscando 'brujos' a los que culpar o castigar y sacrificios con los que aplacar a las fuerzas hostiles. Las culturas fatalistas, además, no suelen ser vitalistas.
La autora presenta un proceso de cristianización muy largo y complicado, que empezó por Dinamarca, y con Suecia como el último país nórdico en cristianizarse. Cree que durante bastante tiempo gente bautizada podía mantener tradiciones paganas muy arraigadas, o ser auténticos criptopaganos. El cristianismo se consolidó al crecer la urbanización y la centralización del poder de los reyes.
El libro es, pues, amplio en su tratamiento. No es barato, cuesta 34 euros. Pero parte de este coste se debe a las 24 páginas de fotografías a color, que cubren hermosas joyas, restos de barcos, impresionantes iglesias de madera y salones vikingos reconstruidos y muchas fotos de la Asociación de Recreación Histórica Caballeros de Ulver, con recreadores armados y vistiendo trajes femeninos y masculinos. Eso da mucha más información visual a color, y más moderna, que la se encuentra, por ejemplo, en un libro de la serie histórica de Osprey.
(Este artículo también usa fotos de recreadores españoles vestidos de vikingo de Caballeros de Ulver; hay más fotos aquí en Facebook).