Taner Akçam, historiador turco en el exilio, ha encontrado entre los documentos de los burócratas otomanos nuevas pruebas del genocidio armenio. Es el tema de su libro Killing orders [Órdenes de matar], sobre el que escribe Rodolfo Casadei en Tempi:
«Matad también a los recién nacidos»
Ya se ha publicado en Italia Killing Orders, el libro escrito por el historiador turco en el exilio Taner Akçam, en el que demuestra que los telegramas de Talat Pachá con los que se ordenaba el exterminio de los armenios, y que dio a conocer en 1919 el historiador armenio Aram Andonian, son auténticos.
Akçam fue el primer investigador turco que admitió como un hecho histórico verificado el genocidio de 1915: lo hizo en su tesis doctoral de 1995 en la Universidad de Hannover, convertida luego en un libro titulado Nacionalismo turco y genocidio armenio, sobre la base de los tribunales militares de Estambul entre 1919 y 1922.
En Killing Orders, publicado en inglés en 2018, Akçam responde punto por punto a Şinasi Orel y Süreyya Yuca, los dos historiadores turcos que, en 1983, por cuenta de la asociación histórica turca fundada en 1931 por iniciativa del entonces jefe de Estado Mustafa Kemal Atatürk, escribieron el libro Los telegramas de Talat Pachá: ¿hecho histórico o ficción armenia?, en el que consideran una falsedad histórica los telegramas y todo el memorial atribuido al funcionario otomano Naim Effendi (o Naim Bey).
Taner Akçam es un historiador turco exiliado primero en Alemania y desde 2000 en Estados Unidos, donde es profesor en la Clark University de Worcester (Massachusetts).
Akçam ha llevado a cabo sus investigaciones de manera independiente, y ha hallado algunos documentos originales utilizados por Andonian que, a lo largo de los años, se habían perdido. Estos consistían en un conjunto de copias de actos oficiales efectuadas por el funcionario Naim, apuntes y noticias comunicados por él mismo, documentos originales que incluyen telegramas cifrados, y que fueron cedidos a cambio de dinero en una serie de citas que tuvieron lugar en el Baron Hotel de Alepo.
Más de veinte mil documentos consultados
Los textos de los telegramas que llevan la firma de Talat son horripilantes. "Se suprimirán los derechos de todos los armenios en suelo turco, como el derecho a la vida y al trabajo, y no se deberá salvar a nadie, ni siquiera a los bebés; el gobierno asume cualquier responsabilidad por la situación", se lee en un mensaje fechado 22 de septiembre de 1915.
En otro del 29 de septiembre: "Anteriormente se ha comunicado que el gobierno, por orden del Cemiyet [Comité], ha decidido la aniquilación total de todos los armenios que viven en Turquía. Quienes se opongan a esta orden y a esta decisión ya no podrán formar parte de la estructura oficial del Estado. Su existencia tendrá que acabar: no hay lugar para los escrúpulos de conciencia y no se pueden hacer distinciones entre mujeres, niños y enfermos, independientemente de lo cruentas que sean las modalidades de aniquilación".
A fin de cuestionar la veracidad del material publicado por Andonian en 1919, Orel y Yuca afirmaron que nunca existió en Alepo un funcionario público otomano llamado Naim; que la burocracia otomana no utilizaba en esa época papel rayado como el de los documentos del memorial; que los códigos cifrados del Imperio otomano eran de 4 y 5 cifras, y no de 2 ó 3 como en los telegramas publicados por Andonian.
Akçam demuestra, con documentos en la mano, que todas estas afirmaciones no se sostienen: existen documentos de los despachos gubernamentales de Alepo firmados por Naim que están disponibles en los archivos de las fuerzas armadas turcas; el papel rayado era el que utilizaba normalmente la burocracia otomana y existe, además, una orden de 1913 del ministerio de Asuntos Exteriores según la cual todas las administraciones debían utilizar ese tipo de papel para los telegramas, cifrados o no; por último, durante toda la guerra, la administración otomana utilizó códigos cifrados de distintos tipos, y no solo de 4 ó 5 cifras: "He consultado más de veinte mil documentos de los archivos otomanos de ese periodo. Entre 1914 y 1918 se utilizaron códigos numéricos de 2, 3, 4 y 5 cifras", ha declarado Akçam en una entrevista al periódico Agos de Estambul.
Fosas comunes del genocidio armenio. Foto: Armenian Genocide Museum Institute.
El historiador también ha llevado a cabo un trabajo enorme y detallado para comprobar la veracidad de muchos datos que Naim comunica a Andonian en simples notas manuscritas, recuperando también documentos que Andonian no había publicado en su libro y que están conservados en el archivo creado por el sacerdote armenio Krikor Guerguerian: "Un ejemplo: Naim Efendi, en la parte del memorial que publiqué por primera vez, nombra algunos exiliados armenios y escribe: 'Hemos recibido una orden de Estambul: decían que los retuviéramos en Alepo, que nos los expulsáramos. Y sin embargo, el gobernador los ha enviado a la muerte'. Naim Efendi no proporciona un documento que corresponda a esta orden, solo refiere lo que recuerda. Yo he encontrado el telegrama en los archivos otomanos. He estudiado otros diez casos como este y he encontrado una gran cantidad de documentos en los archivos que se corresponden con los episodios relatados por Naim Bey", cuenta Akçam en Agos.
Dos telegramas inéditos
La destrucción de una gran cantidad de documentos de la época otomana en los primeros años de la República turca ha dificultado la puntual atribución de la responsabilidad por el genocidio armenio. Por ejemplo, todos los actos de los procesos de las cortes marciales que juzgaron, entre abril de 1919 y marzo de 1920, a cientos de exponentes del Estado acusados de genocidio, condenando a muerte a muchos de ellos (incluido el "triunvirato" formado por Talat, Enver y Gemal por contumacia), han desaparecido. Cuando el gobierno kemalista subió al poder en 1923, todos los condenados fueron amnistiados. A lo largo de los años, los negacionistas han utilizado la supuesta ausencia de documentos oficiales que atestiguan la voluntad del gobierno de exterminar a los armenios como justificación para su incredulidad. En realidad, además de los telegramas de Talat, existen muchos otros documentos auténticos que permiten comprender lo que sucedió.
En Killing Orders, Akçam atrae la atención sobre dos telegramas que recuperó en el archivo Guerguerian. Uno está firmado por el comandante del Tercer ejército, Mahmut Kamil Pachá, y el otro por el jefe de la Organización especial (fuerza paramilitar del Partido de la Unión y el Progreso), Bahaettin Şakir.
En el primero se lee: "Se ha recibido información de que los musulmanes de algunas ciudades y aldeas, de las que se ha deportado a la población armenia, han escondido a algunos armenios. Por consiguiente, es necesario que esos propietarios de casas que han escondido y protegido a los armenios, transgrediendo las órdenes del gobierno, sean ajusticiados delante de sus viviendas y que se prenda fuego a sus casas".
En el otro telegrama, enviado al gobernador de una provincia, Şakir quiere saber si los armenios han sido realmente aniquilados: "Los armenios que han sido deportados, ¿han sido eliminados? Estos elementos nocivos, (...) ¿han sido eliminados o solo expulsados? Te ruego, hermano mío, que seas sincero en tu informe".
El libro de Taner Akçam puede adquirirse en inglés y en italiano.
La traducción de Killing Orders al italiano es de Vittorio Robiati Bendaud y Alice Zanzottera. El libro ha sido enriquecido con un prólogo de Antonia Arslan y lo ha publicado Guerini, la casa editorial italiana que más se ha distinguido en los últimos años por publicar textos relacionados con el mundo armenio y la cuestión del genocidio. El libro está dedicado a Hrant Dink, el periodista armenio y ciudadano turco asesinado en enero de 2007, y del que Akçam era amigo y colaborador, con estas palabras: "A mi queridísimo amigo Hrant Dink, que creyó en la reconciliación entre los armenios y el pueblo turco basándose en los pilares de la Verdad y la Justicia. En 2007 su homicidio no asesinó su sueño, sino que más bien ha inspirado a cientos de miles de personas a seguir su ejemplo".
Traducido por Elena Faccia Serrano.
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