Cada vez son más los pensadores y divulgadores que, desde la izquierda, se desmarcan del oficialismo o de las corrientes dominantes, simpatizan con la cultura y tradición cristiana, abogan por la familia o reniegan del pensamiento woke imperante. Pero no deja de sorprender que, con cierta frecuencia, realicen auténticas apologías de los pilares de la fe, como recientemente ha hecho la escritora, periodista y autora del superventas Feria, Ana Iris Simón, en relación con la Navidad.

En su última columna para El País, Nuestro Dios anduvo en pañales, la escritora mostraba su sorpresa ante las dudas de su hijo pequeño sobre el significado la Navidad y cómo comprendió "que el germen de su arrianismo igual no era la incomprensión de la Santísima Trinidad sino que Dios pudiera andar por ahí en pañales".

Más adelante, la escritora se hacía eco de dos artículos que exponen cómo el capitalismo ha fagocitado el sentido de la Navidad y las consecuencias de la secularización en las generaciones más jóvenes, pero también de cómo "sin una cierta familiaridad con el catolicismo, casi toda la cultura occidental se vuelve incomprensible".

"Para integrar a alguien a una cultura antes hay que tenerla"

En este punto, la escritora advirtió frente a la posibilidad de acudir al laicismo o de relegar la educación religiosa al ámbito privado como solución: de hacerlo, escribe, "la brecha cultural entre clases se acrecentará, pues, en una sociedad secularizada como la nuestra, sólo los hijos de las clases ilustradas acabarán sabiendo decodificar su propia cultura". 

Para Simón, la relación entre la propuesta económica del liberalismo, "el hedonismo consumista", con la antropológica, "la muerte de Dios, el laicismo, el desencantamiento del mundo", es evidente: "No solo los mercaderes han expulsado a Cristo de su cumpleaños; también lo han hecho quienes se empeñan en borrar su nombre y su huella los de los belenes laicos y el felices fiestas en nombre de la inclusión, que no parecen plantearse que para integrar a alguien a una cultura antes hay que tenerla".

En este punto, la escritora mostró cómo la ausencia de fe en uno de los autores citados "no le impide entristecerse al observar que casi nadie se acuerda de Cristo en Navidad".

"Y yo, que no es que empezara a creer en Dios sino a dejar de negar su existencia hace unos años, tengo que decirle que  no se preocupe. Que no somos pocos los que […] estos días celebramos ese escándalo para los poderosos que es que Dios anduviera en pañales. Que no naciera en un palacio lleno de oro, sino en un pesebre. Que se presentara ante nosotros sin cetro, con la fragilidad y la ternura de un recién nacido, señalándonos así el camino", subraya la periodista, que concluye su columna mostrando su confianza en que "cada día seremos más. Porque es del frío de donde surge la necesidad de una lumbre. Feliz Navidad".