Acaba el mes de noviembre, el mes que la Iglesia dedica a predicar los Novísimos -la muerte,el juicio y el destino eterno, sea cielo o infierno- y a rezar por las almas de los difuntos. Recogiendo esta tradición, los sacerdotes e influencers Patxi Bronchalo, Jesús Silva y Antonio Maria Domenech dedican a ello el nuevo episodio de Red de Redes, el programa de catequesis semanal producido por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP). Estas son sus principales conclusiones:
Es importante hablar de la muerte
“Vivimos como si no nos fuéramos a morir”, advierte Bronchalo, y Silva añade que “hemos quitado la muerte del horizonte, aunque es parte esencial de la vida, porque ensombrece el hedonismo y el consumismo”.
“La muerte te pone en verdad: has de vivir de tal modo que, si te sorprende la muerte ahora, hayas hecho lo que tenías que hacer”, destaca. Domenech cita una frase que le repetía su abuelo: "Mira que te mira Dios, mira que te está mirando, mira que te vas a morir, mira que no sabes cuando".
Cielo, infierno, purgatorio
Los tres sacerdotes dedican un generoso fragmento del capítulo a repasar la doctrina sobre el cielo, el infierno y el purgatorio.
Domenech compara el cielo -apoyándose en la Biblia- con un “festín de manjares suculentos y vinos de solera”, mientras que Bronchalo explica el infierno como una manifestación de la bondad de Dios. “El infierno no existe por que Dios sea malo, sino porque es tan bueno que es justo, y tan justo que no obliga a vivir en Su amor a quien le rechaza”, dice.
“Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti”, añade Silva, quien explica el purgatorio como “un estado del alma en el que esta no está plenamente purificada y no puede ver a Dios, porque Él es el Todo Santo, y sólo lo totalmente santo puede aguantar en su presencia”.
La purificación, comenta, consiste principalmente “en la conciencia que tiene el alma de no poder estar aún con Dios, un dolor que le hace tomar conciencia de sus pecados”.
¿De qué sirve rezar por los difuntos?
“A las almas del purgatorio sí las podemos ayudar desde aquí: podemos rezar por ellas, hacer sacrificios u ofrecer misas para acelerar el tiempo de Purgatorio, o incluso hacer que directamente pasen a la presencia de Dios”, explica Silva.
“Mientras estamos vivos tenemos tiempo para aceptar la gracia de Dios, pero una vez muertos ya no”, destaca Domenech. Como apunte, incide en que cuando se ofrece la Santa Misa por un difunto, esto no depende de que el sacerdote diga o no el nombre durante la celebración: “Dios ya lo sabe”.
Además, Silva plantea que hay quien pregunta: “¿Para qué voy a ofrecer misas por este, si con lo pecador que era se ha condenado seguro”. O al contrario: “Por este no hace falta rezar, porque seguro que está en el cielo”.
“El funeral no es momento de protagonismos”, recuerda el sacerdote Jesús Silva.
Sobre lo primero, el sacerdote recuerda que “no sabemos lo que ha pasado por la mente ni el corazón de una persona en su último momento”, y que “no podemos asegurar de nadie que se ha condenado; tenemos que guardar la esperanza -como decía Von Balthasar- de que cualquiera se haya salvado”. Sobre lo segundo, Bronchalo ironiza: “Si nosotros somos Dios, ¿para qué rezamos?”, y añade que el juicio le corresponde a Él. “Hay funerales que parecen canonizaciones”, lamenta Silva.
Lo que no hay que hacer en un funeral
En este sentido, Domenech lamenta los abusos litúrgicos que se cometen a menudo en los funerales.
“Se convierte el rito de exequias en un evento religioso en el que cabe todo, desde las semblanzas de virtudes y hazañas de la persona que ha muerto hasta tocar la banda sonora de Kevin Costner con cuatro violonchelos”, critica. También recuerda a quienes quieren ajustar la celebración a su gusto -“que sea corto” o “no lea la Biblia”- que no están obligados, y que la Iglesia tiene un rito establecido.
“El funeral no es momento de protagonismos”, lamenta Silva, citando ejemplos de su experiencia personal como personas que han leído una carta recordando lo malo del difunto o que han salido al púlpito a decir que “ante la muerte, la religión no tiene respuesta”.
“No veais los funerales como un momento horroroso: si hay fe, son un momento precioso, pensado tambien para darnos esperanza”, añade Bronchalo, y concluye: “Si tenéis fe, no tengáis miedo a la muerte… y si tenéis miedo a la muerte, pedid más fe”.
El episodio acaba, como es habitual, con tres recomendaciones. El padre Silva recomienda el libro Nacemos para no morir nunca: La historia de Chiara Corbella Petrillo, de Simone Troisi y Cristiana Pacini, y la película Casi un ángel, dirigida por John Cornell. Por su parte, Domenech recomienda el libro ilustrado El peso de una misa, de Josephine Nobisso, con dibujos de Katalin Szegedi.