El trabajo de Javier Pueyo Velasco La plenitud terrena del Reino de Dios en la historia de la teología recibió en 2018 el Premio de las Academias Pontificias. Resulta un trabajo admirable y recomendable no solo por el riguroso recorrido histórico que presenta, sino también por el interés del tema: ¿tiene sentido esperar un reino de Dios en la tierra?
Comenzando por los orígenes bíblicos y pasando por la teología patrística y medieval, el autor consigue mostrar cómo la esperanza del reino es un tema recurrente en la historia de la teología.
Javier Pueyo en 2018 al recoger su Premio de las Academias Pontificias, acompañado por el cardenal Pietro Parolin; y el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el cardenal Gianfranco Ravasi
- ¿Cómo llegó a interesarle este tema de la consumación del Reino?
- Cuando me planteé un tema para la tesis doctoral, pensé en estudiar las herejías milenaristas que habían influido en procesos históricos como, por ejemplo, el milenarismo de las sectas puritanas en la Inglaterra del siglo XVII y su influencia en la revolución inglesa. Yo ya había escuchado que existe una esperanza ortodoxa en la plenitud del Reino de la Dios en la tierra, pero cuando me acerqué, casi por casualidad, a la teología de san Buenaventura, vi que explicaba este tema de un modo nuevo, que yo no conocía, y que podía ayudarnos a tener una esperanza en el triunfo de Cristo muy profunda y muy dentro de la ortodoxia cristiana. San Buenaventura vinculaba este triunfo a una época en la que en la Iglesia estuviera impregnada de la contemplación del Corazón de Dios por una gracia que recibiría para resistir la persecución del Anticristo.
- Entonces, ¿hay una especie de milenarismo ortodoxo?
- La verdadera esperanza en un triunfo de Cristo en la historia es una doctrina común en la Iglesia a lo largo de los siglos, excepto quizá en el nuestro, pero siempre ha estado salpicada por interpretaciones heterodoxas. Una de ellas fue el llamado “milenarismo mitigado”, que se dio en las primeras décadas del siglo XX y que fue condenado en época de Pío XII. Ha habido otros milenarismos en diferentes épocas, en el siglo XII con Joaquín de Fiore, en los primeros cristianos con las desviaciones de los ebionitas o de Tertuliano…
- Pero al margen de las desviaciones hay esperanza que no solo es legítima, sino que ha estado presente a lo largo de toda la historia de la teología católica…
- Puede decirse que, desde los primeros siglos, es doctrina común en la Iglesia. Han sido muy pocos los autores que la han negado, y les ha supuesto caer en errores graves; por ejemplo, Orígenes lo negaba, pero cae en una escatología muy heterodoxa, o san Dionisio de Alejandría, pero se ve forzado a negar la autenticidad del Apocalipsis para mantener su tesis.
Es cierto que esta esperanza se ha desarrollado de manera diferente a lo largo de los siglos. Los primeros Padres de la Iglesia lo justificaron de una manera, mezclada con algunos errores, los autores medievales de otra, pero siempre se ha mantenido que al final de la historia, el Anticristo será derrotado y les será concedido a los hombres un tiempo de paz en el mundo como preparación a la transformación escatológica del mundo, “los cielos nuevos y la tierra nueva”.
- Al parecer el tema del Reino está presente incluso en el mundo anticristiano...
- Aunque el origen de la esperanza en una plenitud de la historia está en la revelación judeocristiana, está esperanza se secularizó especialmente a partir del siglo XVII y dio lugar a ideologías “progresistas”, como la Ilustración primero, el liberalismo, el nazismo y el comunismo después, que también soñaban con una plenitud de la humanidad, que se vinculaba, precisamente, al abandono de la fe sobrenatural.
- Pero ¿tiene algún sentido hablar de plenitud intrahistórica en el siglo XXI?
- Creo que precisamente este es el momento más oportuno para hablar de este tema. Muchos autores comparan la historia de la Iglesia con la vida de Cristo, y afirman que antes del período de plenitud, que correspondería con los días entre la resurrección y la Ascensión al cielo, habría un período de máxima dificultad y tentación, el tiempo del Anticristo, que correspondería con la Pasión. Creo que en los momentos en los que vivimos, los cristianos estamos muy tentados de desesperación, como lo estuvieron los Apóstoles el viernes santo, al ver el retroceso de la vida cristiana en la sociedad, los escándalos en la Iglesia, la crisis moral, etc. Para vencer esta tentación, es más necesario que nunca recordar que tras la pasión viene la resurrección, que tras la humillación y la purificación de la Iglesia, viene la plenitud.
- Al hablar de estos temas uno no puede dejar de preguntarse: ¿vivimos en esos últimos tiempos?
- Citando a Mt 24, 36, creo que esa pregunta no te la puede responder ni el Hijo del Hombre. Muchos santos han intuido que estaban cerca de los últimos tiempos, San Agustín, San Buenaventura, etc, porque veían crecer ciertos signos de la presencia del Anticristo, anunciado para la última etapa de la historia antes del triunfo de Cristo. Sin duda, los signos que vemos ahora son mucho mayores que los de la época de los Padres citados, por lo que podemos decir que estamos cada vez más cerca, pero no podemos saber cuánto falta. Quizá el hecho de que en las últimas décadas se haya oscurecido esta esperanza es un signo de su cercanía.