"Para comprender lo que está ocurriendo en España habrá que empezar por reconocer que algo grave le está pasando a este hermoso país. Que nada tiene de normal ese empeño de nuestra patria en despojarse de su sentido histórico, de su voluntad de permanencia y de los valores sobre los que se ha ido constituyendo".
¿Quién se expresa así? ¿Quién habla del momento actual como "grave", momento que "nada tiene de normal"? ¿Un extremista, un indocumentado exagerando? No, es el jesuita vasco Fernando García de Cortázar, catedrático de Historia Contemporánea y Premio Nacional de Historia, uno de los dos o tres intelectuales cristianos con acceso a la prensa generalista y el debate cultural. A sus 76 años, y con sus credenciales, la amplitud de visión histórica se le supone.
¿Qué le pasa a España? ¿Es sólo el nacionalismo excluyente o la voluntad de romper el país, tendencia que siempre él ha combatido? No. "El golpismo separatista es mucho más un síntoma que el origen de nuestros problemas", explica en su nuevo libro Católicos en tiempos de confusión (Ediciones Encuentro). No es sólo España: es toda la cultura Occidental.
Católicos en tiempos de confusión: un libro contundente,
de un historiador que pide a los cristianos salir de su silencio y parálisis
Cristianos: años de desidia intelectual y dejarse acallar
El libro, dice, va dirigido a católicos y no católicos, y menciona a menudo a las personas que sin gozar del don de la fe -que Dios da a quien quiere- sí valoran la cultura judeocristiana y su defensa del hombre, la verdad y la dignidad. Los cristianos, y los que creen que la cultura cristiana española ha sido algo bueno, algo liberador, y que puede seguir siéndolo, simplemente, se han dejado acallar y han desaparecido de la cultura y la política.
"Durante las últimas décadas hemos rodado por una pendiente de desidia intelectual, de complaciente ignorancia, de feroz relativismo, de altanera deslealtad a nuestros principios. Se ha preferido el entretenimiento a la cultura, el placer al esfuerzo, la intensidad de momentos fugitivos a la tenacidad de una obra duradera. [...] Es el momento de gritar 'hasta aquí hemos llegado' y de desandar el camino falso. Hay unas palabras de Paul Valéry que no deberíamos olvidar cuando observamos el erial que la crisis global de Occidente ha dejado: 'la horrible facilidad de destruir'".
Los valores abandonados que hay que recuperar
¿Qué propone García de Cortázar? Afirma que "deben volver a identificarnos las ideas que se ha considerado inútil defender en estos años de insoportable trivialidad, los baluartes morales entregados sin lucha", exhorta en el prólogo.
¿Qué ideas y valores son esos que hemos abandonado sin lucha y hay que recuperar? Hace una enumeración:
- la libertad
- el patriotismo
- la defensa de la familia
- la educación al servicio de la igualdad de oportunidades
- la propiedad y el trabajo al servicio del bien común
- el auxilio a los humildes, la lucha contra la marginación
- la tolerancia ante quien discrepa
- el respeto a la dignidad de cada persona
- "el valor irrenunciable del cristianismo en la formación de nuestra cultura"
El libro, una recopilación de artículos clasificados por su temática, tiene algo de "mea culpa" aunque muy matizado. García de Cortázar, miembro del Foro Ermua, valiente al enfrentarse a las amenazas de ETA y los radicales independentistas violentos, ha reflexionado en los últimos años sobre el vacío católico en la política.
"En los años de la Transición, se consideró inconveniente crear una fuerza política confesional, y probablemente se trató de una actitud aconsejable, pero que no podía prever el vaciado pavoroso de valores esenciales sobre los que se ha ido construyendo nuestra democracia. Se creyó que bastaba con que existieran fuerzas inspiradas por el humanismo cristiano [...] Pero todo ello se convirtió en un implacable proceso de dejación que recluyó los valores del cristianismo en el ámbito de la privacidad", constata el autor.
"Cuando el máximo dirigente de la derecha española [se refiere a Mariano Rajoy cuando aún lo era] dice que 'algunos confunden la política con el Sermón de la Montaña', nosotros firmamos la imposibilidad de separar la gestión gubernamental de los valores proclamados en ese pasaje del Evangelio. A nadie exigimos que tenga la misma fe, pero de ningún modo podemos renunciar a propagarla como respuesta al inmenso sufrimiento del hombre de nuestro tiempo", añade.
Un laicista radical vocifera contra una peregrina de la JMJ de 2011 en la Puerta del Sol de Madrid
Cien artículos, en cinco categorías
El libro recopila un centenar de artículos breves, de pluma elegante y contundente, clasificados en 5 categorías, con unos 20 cada uno:
- ¿El catolicismo, una fe en retirada?: sobre la fe católica hoy en Occidente, el fruto que ha dado y lo que aún aporta
- Los católicos, la sal de la tierra: libertad y esperanza entre los católicos, especialmente en los actuales debates sociales españoles
- El católico ante su propia vida: temas que pueden interesar a cristianos de todo el mundo, sobre el mal, la muerte, la oración (¿no responde Dios?), el dolor, "lo esencial", la eternidad...
- España, realidad, patria y tarea: la visión de un historiador que ama a España y denuncia sus males actuales
- Cristianos en la brecha, santos cotidianos y tiempos fuertes: personajes que han asombrado o edificado al autor, especialmente santos y mártires y cristianos que ha conocido y le han hecho pensar
Católicos en tiempo de confusión se presentó este lunes 26 de noviembre en la Fundación Rafael del Pino, en Madrid, ante más de 200 personas que asistieron al acto. Participaron en él el escritor Juan Manuel de Prada, el historiador y nuevo presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza y el historiador (director de "La Historia Militar de España" en 9 volúmenes) Hugo O' Donnel.
De izquierda a derecha: Manuel Oriol, Bullón de Mendoza, García de Cortázar, Juan Manuel de Prada y el historiador Hugo O'Donnell, en la presentación del libro en la fundación Rafael del Pino
Manuel Oriol, director de Ediciones Encuentro, constató del autor que “este libro subraya sobre todo su compromiso cristiano, inseparable de su compromiso cívico”. Sobre el título (“Católicos en tiempos de confusión”) dijo que “no es una queja, sino más bien un acicate para no aceptar la marginación del cristianismo en una sociedad que rechaza sus propias raíces”.
La trivialidad, populismo y ansias de poder atacan a la fe
Hugo O'Donnell señaló los ataques recientes contra la identidad cristiana de España. Así, mencionó el “revisionismo contra Fray Junípero Serra” (el santo fundador de California) pero también cómo el médico misionero padre Pajares, contagiado de ébola, era recibido en España “entre burlescos desapegos y desprecios de un sector mediático que llamaba riesgo y malversación a atenderlo, aunque luego se abochornaron y desdijeron”. O la falta de interés por el obispo español Juan José Aguirre en Bangassou, en República Centroafricana, un país que en 8 meses lleva 7 curas asesinados. “Son ataques desde la trivialidad, el populismo, el ansia de poder”, etc...
Alfonso Bullón de Mendoza recordó los orígenes históricos de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), que nació en 1908 como un grupo de jóvenes católicos llamados a actuar en la vida pública, con mítines en los teatros (algo que los católicos no habían hecho nunca antes) “con tanto éxito que al padre Ayala lo mandaron a dirigir una casa de jesuitas jubilados en Ciudad Real”.
“En las últimas décadas la ACdP se ha centrado más en sus obras educativas, en sus escuelas CEU, y quizá deberíamos volver a estar más presentes en la vida pública”, admitió. Recomendó el libro “porque se lee muy bien y se le entiende todo”.
Sobre “el más iracundo laicismo”, Bullón de Mendoza resumió la tesis del libro: "Lo malo no es el ataque, es la falta de respuesta" por parte de los cristianos.
“Gramsci, el líder comunista italiano, ya vio que la lucha de clases no funcionaba, que para tomar el poder se necesitaba la hegemonía cultural. Hoy ya hay hegemonía cultural de la izquierda, con la cultura como arma al servicio de la política y la revolución. Pretenden que la fe cristiana no proponga soluciones concretas. Quieren que no haya dirigentes políticos que hagan del cristianismo una propuesta social, cuando si hay algo propio del catolicismo es querer transformar la sociedad”.
“No basta con gruñir ante lo que no nos gusta”, pidió Bullón de Mendoza. “Debemos hacer propuestas, llevar nuestras propias soluciones. Nos corresponde regresar al debate público, al espacio público”.
Unos laicistas radicales queman una bandera de la JMJ en 2011
en Madrid, ante unos peregrinos en oración
Salir a la palestra pública sin acomplejarse
Juan Manuel de Prada, amigo de la expresión literaria barroca y culterana, mostró su sintonía con el estilo del autor, “escritura de gran belleza y llena de ardor, incluso apostólico”.
También él dijo que el católico no puede resignarse a lo que se le pide hoy, que es que se recluya en el culto o en actos de piedad, “sino que debe salir a la palestra pública, medirse con las ideas del debate público, tener el valor de no acomplejarse, sabiendo que lo que defiende ha sido el valor fundente de nuestra civilización”.
De Prada leyó frases de Cortázar que expresaban bien sus sentimientos, denunciando a los cristianos “ensimismados en el deleite de su fe, sepultados en una trascendencia paralizante".
“Dios, en su encarnación en Cristo, nos interpela para que nada de lo humano, de lo que pasa en nuestra vida, nos sea ajeno... García de Cortázar recupera esa frase de "mi reino no es de este mundo", que no significa que su reino no se encarne en las realidades de este mundo. Hay quien usa esa frase en el mundo católico para proponer el escapismo. Sí, en la vida hay padecimientos y hay que luchar para mejorarla. Adoptando esos compromisos, el cristiano encuentra sentido de su fe, y comparte los dolores de Jesucristo en su labor intelectual, docente, etc... Sí, en la vida hay lágrimas, pero deben convertirse en un fruto fecundo”.
Juan Manuel de Prada explicó que el texto “es el libro de un hombre al que le duele el estado de postración al que España se asoma”. “Es un libro contra las infamias y calumnias que se lanzan contra España, las nuevas y las acumuladas de la historia, que tienen mucho que ver con el odio a la fe católica”. El novelista y columnista admitió especialmente haber disfrutado “como un enano con las invectivas contra la Reforma protestante y con las propuestas a la humanidad del Concilio de Trento, un mensaje mucho más luminoso y comprensivo del hombre y su grandeza que el del protestantismo".
Pasar de la palabra al acto, de la intención al ejemplo
La intervención de García de Cortázar, como las “Confesiones” de San Agustín, la leyó con el formato de una oración elevada a Dios, “como manifestación de la fe, no como defensa de una ortodoxia”, dijo.
“Estamos en momentos propicios a la desesperación, Señor, y tu esperanza es una necesidad y una decisión. Necesitamos pasar, Señor, de la palabra al acto, de la intención al ejemplo, de la profecía al precio que hay que pagar por enfrentarse al orden injusto…”, declamó.
“Hace 2000 años lo que sucedió en la cruz dejó de ser el dolor inútil de quien nada tenía. Con ese signo iluminando nuestros pueblos, mente y corazón, España y Occidente adquirieron una confianza en que la bondad era una decisión inspirada por el Espíritu. El poder se limitó, se conminó a los opulentos a aceptar la dignidad del humilde y la sombra de la Cruz se sigue alzando en el clamor contra la injusticia y en la esperanza en una vida mejor para todos. No es signo de privilegio ni ofensa a los no creyentes -el libro va dedicado también a ellos- sino una larga lucha por la dignidad y la igualdad, miembros todos de de una civilización dos veces milenaria, la única del mundo tan decididamente dispuesta a suicidarse, a segar sus raíces, abolir su carácter, desangrar su existencia...”
“Solo en tu nombre, Jesús, puedo enfrentarme a un mundo que te ha olvidado. […] Creo, Jesús, que eres indispensable en un mundo que solo sobrevive. Te agradezco la vida que me has dado. Canta, oh, lengua el Misterio del Glorioso Cuerpo y la sangre preciosa que el rey de las Naciones, fruto de un vientre precioso, derramó en rescate del mundo...”, finalizó, recitando en alabanza el himno del Pange Lingua.