Alexey Rybnikov, uno de los músicos más populares de Rusia, ha hablado de la influencia de su fe cristiana en su obra superventas en una entrevista en la revista ortodoxa rusa Fomá.

En el mundo rusohablante conocen sus canciones incluso quienes no conocen su nombre. Su ópera rock La estrella y muerte de Joaquín Murrieta, bloqueada 11 veces por la censura soviética, llegó a los escenarios en 1976 y rompió todos los récords de popularidad.

Su doble álbum en 1977 enseguida se colocó en el número 1 de ventas. Después sus Aventuras de Buratino (la versión rusa de Pinocho) vendieron 1 millón de vinilos en 1977.

Aún más emblemática es su ópera-rock (con asombrosos elementos de oratorio y música sacra) Juno y Avos, en 1979. La mitad de lo que sabía el soviético medio sobre España y los españoles lo sabía por esta ópera, que se ha reestrenado en infinidad de ocasiones.

Versión de Juno y Avos de 2009, en teatro

 Se inspira en la historia real de amor de Concepción Argüello, la hija del gobernador español de California en el s.XVIII, con el noble oficial de un barco ruso que llega a la ciudad. Los oficiales rusos bailan con las damas californias, el encuentro entre dos países sofisticados. Al final, él debe partir, aunque promete volver. Él morirá en su viaje y ella, de alguna forma, lo intuye. En la vida real, la chica nunca se casó, y muchos años después entró en un convento.

El dueto final de Nikolay y Conchita, en su versión icónica de los 70 que conocen casi todos los rusos.  "Te amo, nunca te olvidaré", canta ella en español.

Versión de Juno y Avos de 2016, al aire libre

La obra escénica y musical -que vuelve continuamente a teatros y escenarios al aire libre- usa salmos y melodías de la música sacra rusa, habla del amor de Dios, de su Misericordia, de alabar al Altísimo... Incluía piezas de música sacra y canciones ortodoxas, y coros espirituales en una ópera rock.

Las autoridades soviéticas lo permitieron porque lo veían como una historia de amor de otro siglo entre canciones ligeras. No está claro si el cine español del siglo XXI se atrevería con el tema ni su dimensión religiosa. En total, hacia 1989, Rybnikov había vendido ya 10 millones de discos.

Una escena de danza de damas españolas (con obispo al fondo) en una versión bielorrusa moderna de Juno y Avos. Nunca deja de volver a los escenarios.

De familia austera y religiosa

Rybnikov nunca ha dejado de trabajar en la música y el teatro. Le viene de familia. Sus padres eran músicos y artistas. Y pobres, como tantos otros rusos de su época. 

En su infancia compartía espacio en un piso comunal con otras familias. La cocina era común, compartida por varias familias. Su familia vivía en una sala de 10 metros. En la cocina había iconos de San Nicolás y de la Virgen de Kazán. "Son de mis primeros recuerdos infantiles", explica. "Me bautizaron enseguida, me llevaban a la iglesia en cochecito o en brazos y dicen que yo ya intentaba dirigir el coro con año y medio de edad", comenta.

La abuela le contaba historias bíblicas, "incluso algunas muy aterradoras, sobre los pueblos de Gog y Magog y que las naciones se alzarían unas contra otras y Rusia se fragmentaría en muchos estados. ¡Eran finales de los 40! Me sentí extraño y asustado al escucharlo. Recuerdo bien tener miedo al diluvio. Era niño, me leían del diluvio y llovía a cántaros y pensé: 'esto es el segundo diluvio y no sobreviviremos'".

La experiencia de la oración

Le hablaban de Cristo, el hijo de Dios, realmente vivo. Y le hablaban de Adán y Eva "como personas reales, que alguna vez vivieron". Por la mañana y por la noche, cuando él despertaba o se dormía, oía rezar a su abuela.

"En mi opinión, es a partir de orar que comienza la fe en Dios. La oración es una comunicación directa con Dios. Este Dios vivo con el que te comunicas es mucho más real y necesario en la vida que todas las historias sobre Él. Puedes hablar con Dios, pedir algo, hacer preguntas y recibir respuestas en forma de circunstancias que cambian o tomando conciencia de algo".

Una vez, de niño, rezó para que su madre volviera antes a casa. "De repente llamaron a la puerta y apareció mi madre. Pensé que era Dios que me ayudaba. La oración era parte de la vida, mi comunión con Dios. La fe no estaba separada de la vida".

De niño iba a la iglesia, se confesaba y comulgaba. Durante su infancia llevaba una crucecita al cuello, incluso bajo la corbata roja de pionero (rama infantil del Partido Comunista). Se la quitaba para hacer gimnasia en el colegio, porque en alguna ocasión se rieron de él: "pensaban, 'es una especie de idiota, anda con una cruz'".

Lejos de la iglesia, buscando en el ocultismo

Se alejó de la iglesia y los sacramentos durante la adolescencia. Siempre creyó en Dios, pero como artista se volcó en otros intereses.

Durante un tiempo, al principio de los 80, se apasionó por leer literatura ocultista y "otras religiones". En la Unión Soviética el esoterismo y el ocultismo circulaban igual que los textos cristianos: en formato samizdat (autopublicación casera).

"Luego quemé todos estos libros, no solo los doné o los tiré, sino que los quemé", explica. "Para mí eso pasó hace mucho tiempo. Cuando veo todo ese misticismo barato por ahí, en el que caen tantos, me da pena la gente, es una perspectiva triste".

A él, en su retorno a la fe, le ayudaron otros libros, biografías, y más adelante leer a algunos de los Santos Padres de la antigüedad, o escucharlos en la Iglesia. "De repente, lo que escuchas sorprendentemente encaja en tu situación, en tus pensamientos, da respuesta a las preguntas que te atormentaban", explica.

Con 34 años, en 1979, escribió la música y libreto de Juno y Avos. "En Juno y Avos algo se abrió para mí. Después de Juno y Avos, en general, todos los temas, excepto el espiritual, dejaron de ser realmente interesantes para mí. Sí, escribí música para varias películas, pero convertí mi trabajo principal en un tema espiritual", añade.

La Liturgia de los Catecúmenos, un misterio

De su época de retorno a la fe surgió la obra teatral musical La Liturgia de los Catecúmenos, que él quería llamar el Misterio de los Catecúmenos, porque su género musical, dice, es el misterio (dramatización lírica-religiosa, como sería el Misterio de Elche en España).

La Liturgia de los Catecúmenos, una obra atrevida en su eclecticismo, llena de la espiritualidad de los poetas rusos de 1890 a 1920

El autor cree que el título refleja "lo que estaba pasando en el siglo XX. Incluso con nuestra intelectualidad, que de repente se apartó bruscamente de la Iglesia y empezó a buscar a Dios por otros caminos: a través de la poesía, a través del arte".

Recurre a los poetas de la Edad de Plata rusa (1890-1920), que eran buscadores de Dios, casi siempre alejados de la ortodoxia oficial, pero a menudo profundamente cristianos. "Recogí los textos de estas personas que buscaban su camino espiritual para acompañarlos y comprender que al final de la búsqueda llegamos al Dios real, verdadero", explica.

"Desde el nacimiento, el deseo de llegar a Dios es inherente a una persona. A veces incluso toma formas terribles, como la pasión por la magia, pero es porque la persona se siente atraída a dar un paso más allá de los límites de su existencia física. Está terriblemente interesada: ¿qué hay allí? Y este anhelo o salva o destruye, según cómo se realice", añade.

Alexei Rybnikov (camisa de rayas) saluda con los actores de 'Estrella y Muerte de Joaquín Murrieta'

Música para Guerra y Paz

Una de sus últimas obras operísticas es el drama musical "Imágenes en vivo de la Guerra Patria de 1812" basado en la novela de León Tolstoi Guerra y Paz y en crónicas históricas, que, señala el músico, "refleja problemas eternos, reflexiones que acompañan a una persona toda su vida". Aunque detalla que si bien el espectador ve en muchas películas a los personajes con "pasiones maduras", en realidad en el libro "se trataba de personas muy jóvenes, el mayor tenía 27 años, el resto tenía 19, 20, 21. La cabeza de Pierre Bezukhov estaba llena de pájaros".

La vida del cristiano

Volviendo al cristianismo como adulto, se dio cuenta de sus dificultades. "Es muy difícil guardar los mandamientos en la vida cotidiana. Debes hacer todo lo posible, pero cuando fallas has de arrepentirte. Harás cosas que te atormentarán. Pero es importante admitir lo malo y esforzarse sinceramente por no volver a hacerlo. Pero luego se repite, vuelves a los mismos errores, y te arrepientes otra vez. Es un proceso interminable, del que, por cierto, hablaron muchos santos. Vivimos en un mundo que no es el paraíso, en un mundo caído", comenta.

La principal tarea de nuestra vida es mantenernos en camino, en esa lucha, exhorta. "Probablemente hay muy pocas personas que no puedan ser derribadas. Solo santos. Pero al mismo tiempo, está la historia del ladrón arrepentido a quien el Salvador le dijo: 'en verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23 :42-43). El arrepentimiento es un sentimiento muy fuerte. Habiéndote arrepentido, puedes regresar a tu camino en cualquier momento. Para el arrepentimiento nunca es demasiado tarde", insiste.